Fernando Soto Coto es, por los momentos, el último de su familia que mantiene viva la tradición de ser los joyeros de Virgen de los Ángeles de Cartago. Es una tradición familiar que este 2024 cumple 222 años.
Conversamos con don Fernando y nos reconoció, como buen mariano que es, que cuando tiene las joyas de la Negrita en su casa hay momentos en los cuales hasta se le salen las lágrimas de la emoción y la bendición que siente.
“Cuando hablamos de las joyas de la Virgencita nos referimos al resplandor, esos adornos dorados con joyas incrustadas que la protegen, eso es lo que viene a casa para reparaciones o limpiezas. La Negrita como tal no viene, se imagina usted qué tremendo sería para mí.
“Tener el resplandor en casa es un motivo de muchísima felicidad para todos en la familia. Soy católico, soy mariano, entiendo perfectamente lo que significa ese resplandor por eso hay momentos de tanta alegría que, no se lo niego, se me salen las lágrimas”, reconoce don Fernando.
Novena a la Virgen
Esta historia es la primera de la entrega que haremos sobre la Patrona durante los días que dura novena, por decirlo de una forma, haremos una novena editorial.
En realidad, en la casa de don Fernando lo que hay cuando llegan las joyas de la Negrita al taller, es una fiesta pequeñita porque se alegra el hogar, hasta brilla más la casa y la familia como tal se prepara especialmente.
“Siempre que me toca atender el resplandor en casa rezamos el rosario todos los días que lo tengamos, es nuestra forma especial y particular de darle gracias a Dios y a la Virgencita por el privilegio de tener una parte tan importante de ella en casa, sabemos que es un privilegio”, reconoce el joyero de la Patrona de Costa Rica.
La responsabilidad también es mucha y eso lo comprende a la perfección él y su esposa, doña Ingrid Umaña Rojas.
LEA MÁS: Cruzrojista con 35 años atendiendo la romería: “Impacta demasiado cuando nos fallece un romero”
“Cuando las joyas de la Negrita llegan al taller le puedo confirmar que todo se para. Todo trabajo que estemos haciendo se detiene por completo. Se le dedica cada minuto a ella y solo a ella. Se trabaja con muchísimo cuidado, se trabaja rápido porque entendemos que hay que correr con los tiempos de la basílica, pero se trabaja con demasiada calidad, todo debe quedar perfecto es así de sencillo a la Virgencita ni un error”, asegura el joyero.
Orgullo total
Dentro de la mezcla de sentimientos que vive don Fernando cuando llegan las joyas su casa hay uno del que no hemos hablado, el del orgullo de recibir el resplandor.
“Del lado de la parte artística se me juntan demasiados sentimientos también. Cuando tengo en mis manos el resplandor estoy sosteniendo una pieza hecha por mis antepasados, una pieza que también cuidó y amó mi papá, quien me enseñó todo lo que sé, sobre todo, me enseñó a amar a la Virgencita.
“Hablamos de que el resplandor lo siento como realmente parte de mi familia. Fue hecho por mis familiares y la tradición se mantiene. Cada pieza que trabajo de las joyas de la Negrita es con mucho fervor y respeto”, comenta.
Justo el año pasado don Fernando le hizo una profunda limpieza al resplandor, un trabajo muy delicado porque hay que desarmarlo todo, pieza por pieza y comenzar a limpiarlas con mucha delicadeza.
LEA MÁS: La romería 2024 será la más vigilada de la historia
Él es el último de los llamados “joyeros de la Virgen” que queda con vida, tiene 47 años y heredó el oficio de su papá, don José Antonio Soto, quien falleció en el 2018. La familia Del Valle lleva 222 años ganándose la vida con el arte sacro y siendo los joyeros de la patrona de Costa Rica.
Esta dinastía familiar de joyeros de la Virgen nació en 1802, cuando don José María del Valle y Alarcón, llegó a Costa Rica desde Cataluña, España, para dar clases de música.
Fue contratado como músico y maestro de capilla por los responsables de la ermita de la Virgencita en Cartago, pero al darse cuenta que también era orfebre y joyero, le encargaron la creación del primer resplandor y pedestal de la Negrita, trabajo que se convirtió con el paso del tiempo en una herencia para la familia.
La Negrita le ayudó
En el 2020 les contamos que a don Fernando le tocó vivir el cierre total de iglesias por culpa del covid-19 y eso provocó que el negocio de joyería sacra se le viniera de pique totalmente y se acabaron los ingresos para pagar los recibos.
LEA MÁS: Este año regresará una linda tradición con la romería a la basílica de Los Ángeles
“En julio del 2020 de un pronto a otro abrí una de las gavetas que extrañamente no había abierto desde la crisis y ahí apareció, solito, ahí tenía que estar, pero tenía tiempo de no ocuparlo, era el molde del manto de la Virgencita que la familia tiene desde 1885.
“Fue ahí cuando ella, porque estoy seguro que fue ella, la Negrita, me puso la idea en la cabeza: ‘haga virgencitas para venderle a la gente con estos moldes’”, recordó y con esa idea ingresó la platica que ocupaban para salir adelante, la propia Virgen le ayudó a don Fernando.