Doña María y don Bayardo, junto con sus dos hijos, tuvieron que dejar Nicaragua y venirse para Costa Rica a las carreras por el miedo de que las autoridades del régimen de Daniel Ortega los pusieran tras las rejas y no pudieron planificar su salida del país.
Cuatro mochilas con ropa, dos botellas de agua, 600 dólares (unos 348 mil colones), y una pequeña imagen de la Inmaculada Concepción para que los libre de todo mal, y a correr.
Llegaron a Costa Rica hace dos semanas y, de inmediato, iniciaron los trámites en la Dirección General de Migración y Extranjería (DGME); específicamente, en la unidad de Refugio, pero como llegaron a las 11 de la mañana se toparon con que ya habían repartido las únicas 50 fichas que dan por día desde el pasado 30 de noviembre.
Don Bayardo y doña María tenían dos opciones, irse a ver dónde pasar la noche y volver al otro día, a las 4 de la mañana, por una de las 50 fichas del día, o quedarse haciendo fila con los más de 100 migrantes que ya estaban allí porque tampoco encontraron espacio.
Decidieron quedarse y les tocó hacer fila dos días seguidos. Entre comidas, pagar servicios sanitarios y uno que otro cafecito de madrugada, a la familia le quedaron menos de 150 mil colones y tras ser recibidos por Migración les dijeron que se tenían que esperar, al menos tres meses, por un permiso para poder trabajar.
Puede ser que usted los vea en el centro de San José por estos días; no tienen dinero, no tienen dónde vivir, no pueden trabajar y duermen en las calles josefinas con sus hijos a la espera de que llegue abril para volver a Migración a ver si acaso sale el permiso de trabajo para los papás.
Cruda realidad
De la mano con Jhoswel Martínez, presidente de la Asociación Intercultural de Derechos Humanos Migrantes, construimos esta historia de doña María y don Bayardo. No es real, pero es idéntica a la que vivieron, viven y vivirán muchas familias nicaragüenses que se vienen para Costa Rica buscando salvar sus vidas ante las amenazas del régimen de Ortega y tras los cambios en las políticas migratorias ticas ahora, más bien, quedan expuestos a la indigencia y la delincuencia.
La nueva legislación firmada por el presidente de la República, Rodrigo Chaves, ya no le da permisos laborales a los migrantes (nicaragüenses, cubanos, venezolanos, entre otros) inmediatamente al hacer su solicitud de refugio, y quienes ya tienen permiso laboral no lo podrán renovar si no están al día con la Caja Costarricense de Seguro Social (CCSS).
La solicitud de refugio la pueden hacer solo dentro de los 30 primeros días de haber ingresado a Costa Rica y debe ser una presencial porque ya se quitó aquello de sacar cita por teléfono. El solicitante no puede salir de Tiquicia por ningún motivo mientras se analiza su solicitud, ya que eso será considerado como abandono del proceso y el caso se archivará definitivamente.
“Como cambiaron las reglas migratorias, los 50 campos por día que da Migración se volvieron, por así decirlo, campos de oro. Es por eso que los migrantes hacen fila toda la noche y la madrugada, porque a eso de las 4 de la mañana es cuando reparten las fichas. A los que no le alcanza a coger ficha no se van, siguen haciendo fila. Hemos tenido casos de familias haciendo fila 3 días seguidos”, explica Martínez.
“El pasado 27 de enero nos reunimos con don Allan Rodríguez Vargas, subdirector de Migración, para pedirle que por favor reconsideraran lo de los 50 campos por día, y los aumentaran, pero nos explicó que el cambio se da por la saturación de solicitudes de refugio que tienen.
“También pedimos por una atención preferencial para embarazadas, adultos mayores y personas especiales, para que no tengan que hacer filas de dos o tres días a la intemperie y don Allan se comprometió a buscar la forma de darle atención especial a esos casos”, explicó Martínez.
Héctor Rosales, periodista nicaragüense exiliado en Costa Rica, quien sigue muy de cerca la realidad de los migrantes de su país aquí, comentó. “Hay una parte ilógica de las nuevas reglas migratorias; le dicen al migrante recién llegado que su permiso de trabajo se le dará si presentan comprobante de que están asegurados ante la Caja, pero para estar asegurados ante la Caja deben estar trabajando”, aseguró el comunicador.
Sistema saturado
Ester Núñez Callen, coordinadora de Refugio de la DGME, nos explicó que los cambios migratorios se dieron porque identificaron abusos en la figura del refugio, ya que una gran mayoría de solicitantes no califican y eso satura los sistemas. “Lo que buscamos es que la Unidad de Refugio pueda resolver, de inmediato, ya que hubo momentos en que por día teníamos tres kilómetros de fila.
“Como hubo un centro de llamadas para sacar citas, además de la página web, todavía tienen pendientes miles de citas, por eso trabajamos por día con 450 citas de esos sistemas más los 50 diarios”, comentó la coordinadora.
El gran problema, explica Núñez, es que el 90% de los que atienden son migrantes económicos; o sea, vienen por una mejor vida porque en Nicaragua no consiguen trabajo. Son personas que dicen que nadie los persigue, que no fueron amenazados, que solo se vinieron para poder trabajar y ganar dinero. Solo el 10% son realmente casos de refugio y en este tema hay seis tipos: Persecución por género, religión, raza, nacionalidad, determinado grupo social y política.
“Les hemos recomendado que no hagan filas toda la noche, que por eso repartimos las fichas en las mañanas. También les advertimos que no vengan con niños a hacer filas, porque en esos casos hay que llamar al PANI. La complicación actual es que son miles las solicitudes pendientes”, reconoce la coordinadora de Refugio.