Doña Francisca Obando Molina, una abuelita de 70 años, le dio a su familia el mejor regalo del Día de la Madre.
“Mami es un milagro de Dios viviente, porque a sus setenta años, siendo hipertensa, diabética, con sobrepeso, haber superado varios derrames cerebrales, un riñón no le funciona y también sufre de hipertiroidismo, logró vencer al covid-19, incluso estando ocho días en una unidad de cuidados intensivos en el hospital San Juan de Dios.
“Es el mejor regalo del Día de la Madre que ella pudo darnos, su salud, porque se está recuperando muy bien, ya incluso la trasladaron del hospital San Juan de Dios al hospital Blanco Cervantes para que se termine de recuperar y podérnosla devolver, porque en el último hisopado salió negativa”.
Con el corazón a punto de explotar de la felicidad fue como encontramos a doña Jenny Barahona Obando, hija del milagro viviente que arrancó su lucha contra el virus desde el 16 de julio.
Matrimonio positivo
Doña Francisca y su esposo, Ronaldo Barahona, pagaron un doctor porque ambos se sentían muy mal del pecho y casi no podían respirar; ese doctor les dijo que se fueran volados para la clínica de Alajuelita porque si no era neumonía, era covid-19 y en cualquiera de lo dos escenarios les urgía atención inmediata.
A don Ronaldo también le fue muy feo, él tiene 67 años y en medio de la atención, en la clínica de Alajuelita, le dio un infarto, del cual lo sacaron con mucho esfuerzo, por eso lo pasaron de urgencia al Hospital México, donde le dio otro ataque al corazón más.
Este valiente no solo superó los dos infartos, sino que también dejó atrás el coronavirus pues actualmente está en su casa terminando de recuperarse.
El matrimonio tiene cuatro hijos, Geraldine (tiene una hija llamada Karolay), Franklin (Sofía y Eithan), Jenny (Francini, Francesca y Fiorella) y Josué Barahona.
Doña Francisca y don Ronaldo actualmente viven en la casa de doña Jenny.
“Jamás olvidaré que cuando nos informaron que mami iba para la UCI yo casi que estaba segura que iba a ser la última vez que la veía con vida, sentí un dolor muy fuerte en el pecho y se la entregué a Dios, le dije a la distancia, porque solo la podía ver de lejos, mamita que Dios me la acompañe y me la guarde, que la sangre de Cristo me la proteja, se la puse a Dios en las manos y en verdad creía que la iba a perder”, reconoció doña Jenny.
Nieta con fe
Fue Francesca, la nieta de 11 años, quien siempre tuvo gran fe y les dijo a todos que la abuelita iba a recuperarse pura vida.
Cuando a doña Jenny le preguntaban sobre la salud de doña Francisca, ella decía que no sabía si la volverían a ver, entonces Francesca le decía que no dijera eso, que declarara sanidad de Dios… ¡le jalaba el mecate a la propia mamá!
El golpe para la familia fue tremendo porque la abuelita es bien alegre, muy vacilona y moderna, se apunta a cuanto selfi le piden las nietas, sobre todo Fiorella, quien le pinta las uñas y la cara casi todos los días.
“Cuando lo pensamos, mami tiene todos los números de la rifa para haber sido derrotada por el covid-19, por eso yo estaba tan triste y hasta me despedí de ella, porque a personas con menos problemas crónicos el coronavirus les ha quitado la vida, sin embargo, yo tengo una guerrera, una mamá que pelea muy duro sus batallas y las gana”, aseguró la hija de doña Francisca.
Videollamada
Doña Jenny nos dijo que este Día de la Madre lo dedicaron a coordinar todo lo que va a necesitar su mamita cuando le den la salida porque, por el momento, seguirá requiriendo ayuda para respirar.
“En la familia estábamos como desesperados porque creíamos que ya no volveríamos a besarla, por eso estamos deseando abrazarla y besarla toda, darle todos los besos del Día de la Madre que no pudimos darle, pero que le tenemos guardados en el corazón”.
“Ya falta poquito, nos dicen que podría ser que en menos de una semana le den la salida. Al menos ya pudimos verla por medio de video llamada, claro, nos echamos todos la gran llorada, ella también, porque desde mediados de julio no nos veíamos. Cuando creíamos que pasaríamos un muy duro Día de la Madre, todo fue felicidad, esperanza y agradecimiento a Dios”, concluye doña Jenny.