El padre José Daniel Vargas, de la iglesia de Palmares, nunca había tenido una mascota, pero desde hace seis meses tiene una muy particular: una ovejita.
La "acolchonada" amiga llegó a las manos de este sacerdote gracias a la generosidad de una familia liberiana que se la obsequió y aunque lo pensó un poco antes de aceptarla, no pudo resistirse al argumento de que se la daban para que aprendiera a ser un mejor pastor. Apelaron a sus fibras más sensibles y no se pudo negar.
Dorotea tiene ocho meses y la bautizó con ese nombre, porque significa regalo de Dios y eso es lo que considera que fue para él.
El padre reconoce que con la chineada mascota ha aprendido el sentido de la responsabilidad con el rebaño, y que así como Dorotea requiere cuidado y estar pendiente de ella, así también la gente está necesitada de que se le escuche, se le atienda y se le oriente. Como dice el papa Francisco, no perder de vista la necesidad del pueblo al que uno debe servir.
Por ser tan joven, la ovejita aún podría considerarse un corderito, empieza a dar balidos cuando el padre no está a su lado, como llamándolo, porque se siente sola. Eso sí, por estar al aire libre, se ha convertido en un pegue con los palmareños y demás visitantes del cantón, que se acercan a conocerla.
Como el sacerdote Vargas no nació con el don de carpintería como san José, uno de los muchachos que colabora con la parroquia fue el que le construyó un corral donde Dorotea duerme y come el concentrado mezclado con paja seca que tanto le gusta.
"Los más felices son los pequeñines que le dicen a sus padres que los lleven a verla, eso a la vez sirve para enseñarles desde niños la importancia de cuidar y tratar bien a los animales que como nosotros son creados por Dios", explicó el padre Vargas.
Además, les permite a los niños ver que se debe tener un cuidado responsable con todos los seres vivos y elementos de la naturaleza, porque todos compartimos una casa común que Dios nos dio.
Dorotea estuvo con el padre primero en la parroquia de San Martín de Alajuela y desde agosto de este año se mudaron para Palmares, donde regresó el sacerdote luego de su paso por San Ramón, Atenas, Alajuela y hasta España, donde se fue a estudiar con una beca del 2008 al 2010.
Otro aspecto que aprendió el religioso fue a identificar la tristeza en el rostro de Dorotea, porque la ovejita perdió una cría que tenía en su vientre.