Una cruz de madera con un mechón de la beata Nazaria Ignacia y una casulla usada por monseñor Óscar Arnulfo Romero se encuentran en suelo nacional desde el 19 de setiembre y hasta el 10 de diciembre.
Durante su paso por Cartago las reliquias causaron gran revuelo entre los fieles católicos en la parroquia Nuestra Señora de los Ángeles de Pavones y la de San Buenaventura de Turrialba. Para regresar este sábado a la arquidiócesis de San José.
Amor por los pobres.
El beato salvadoreño monseñor Romero (1917-1980) fue un defensor de los pobres y de la dignidad humana. Murió asesinado en 1980 por odio a la fe, mientras oficiaba la Eucaristía en la capilla del hospital La Divina Providencia.
La beata Nazara Ignacia fue una religiosa de origen español (1889-1943), que consagró su vida a la evangelización de los pobres y necesitados en Bolivia y otras naciones de América Latina. Fundó el Instituto de las Misioneras Cruzadas de la Iglesia.
Una cruz de madera que mide 2,45 metros de alto y 1,30 de ancho, tiene incrustado en un relicario un mechón del cabello de la beata que fue bendecida por el propio papa Francisco y ya luce un poco desgastada por su largo peregrinar por 250 parroquias de Centroamérica.
La cruz original hecha en piedra y ubicada en la plaza de San Francisco Javier, en Chiquitos, Paraguay, fue la que artesanos bolivianos tomaron de modelo para hacer la de madera con la reliquia de Nazaria Ignacia.
Los responsables de la peregrinación de la cruz y de las reliquias en Costa Rica son el padre Elliott Rojas Vargas, director nacional de las Obras Misioneras Pontificias de Costa Rica, junto a miembros de ese grupo y las Comisiones Diocesanas de Misiones.
"Para nuestra fe, estas reliquias son un signo de aquella persona que se ha acercado a ser semejante a las características de Cristo, recordándonos que esa persona reflejó la santidad de Dios para nosotros y en la cual hemos reconocido que Dios se ha manifestado y está cerca de Él y puede interceder por nosotros", dijo el padre Rojas.
El peregrinaje es un preámbulo a la celebración del V Congreso Americano Misionero en el 2018, bajo el lema "América, el evangelio es alegría", que nos hace recordar que todos somos misioneros por el bautismo y que nuestro continente está comprometido en enviar misioneros al mundo entero.
“El recorrido de estas reliquias nos debe llevar a renovar nuestro compromiso como misioneros. Debemos anunciar a Jesucristo en nuestras casas, familias e instituciones, motivando a jóvenes a que puedan servir y llevar el mensaje de Cristo a otros pueblos y naciones. Ofrecer un tiempo de trabajo para la Iglesia”, concluyó el padre Elliott.