Fideos con atún y maíz dulce, así como unos frijolitos bien arregladitos fueron parte del menú que los hermanos nicaragüenses saborearon en la parroquia de Pital de la Diócesis de Ciudad Quesada, donde funcionó durante varios días de agosto un Centro de Acogida que luego se diseminó por varias parroquias sancarleñas.
La Teja comprobó el pasado 24 de agosto, que se atienden con alimentación y ropa a todos los que llegan huyendo de Nicaragua, debido a la crisis socio-política que se vive en ese país.
“Estamos cocinando unos frijolitos para nuestros hermanos que nos visitan, porque queremos atenderlos como nuestro Señor atendió a todos aquellos con quienes se encontró y amó”, dijo la hermana y misionera Clarisa, Ana María García, mientras le ponía duro a la cocinada.
Para ella, lo importante es que “nos enamoremos de Jesús, porque lo demás no tiene valor, lo importante es ayudar para servir a nuestros hermanos”.
Mientras ella le ponía bonito a los frijoles, Mercedes Rodríguez de la pastoral social de la parroquia de San Martín, viajó hasta Pital para echar una mano, pues así se organizaron en la diócesis de Ciudad Quesada, para colaborar con los nicaragüenses que llegan todos los días.
“Vamos a hacer unos fideos con atún para que ellos puedan saborear su almuercito y les vamos a poner maíz dulce”, explicó doña “Meche”.
Mientras tanto, María Lourdes Quirós de la catedral San Carlos Borromeo, también metió el hombro.
“Todos necesitamos ayuda en cualquier momento de la vida”.
Parroquias se ponen la camiseta
Monseñor José Manuel Garita, obispo de Ciudad Quesada, se metió de lleno en el proyecto junto con la pastoral social de esa diócesis con el fin de atender a los pinoleros en Pital y El Pavón.
Para esa razón, el sábado 11 y domingo 12 de agosto se realizó una colecta de víveres y de ropa en todas las parroquias sancarleñas.
Sin embargo, el hombre propone y Dios dispone, ya que las condiciones que se pensaron en un inicio han cambiado, por lo que ahora la ayuda se realiza de diferente manera, según informó monseñor Garita a inicios de setiembre.
“Hemos identificado que las personas en calidad de refugiados siguen llegando a las comunidades parroquiales, pero se están quedando en varios lotes o en casitas muy humildes que están en la zona de nuestra diócesis”.
Además, comentó que los nicaragüenses que están llegando se quedan en casas de familiares o amigos nicaragüenses con más tiempo de vivir en el país, situación que aumenta la crisis económica entre los que ya estaban y los que recién llegan.
La cantidad de gente que se pensó que pasaría por los Centros de Acogida, no ha sido tan alta como se esperaba, por lo que se decidió que la jamita y la ropita se entreguen directamente en las parroquias que ellos visiten, gracias a la coordinación de los sacerdotes y la gestión de los equipos de la pastoral social.
El obispo volvió a hacer un llamado para tender la mano a los vecinos del norte, porque asegura que con la atención del migrante, también se está atendiendo a Jesús.
“Consideramos que la ayuda y atención de nuestros hermanos migrantes sigue siendo pertinente y necesaria, ante esta emergencia humanitaria. Agradezco la atención e implementación de estas acciones de acogida, ayuda y acompañamiento a nuestros hermanos nicaragüenses”, señaló monseñor.
También, monseñor Garita agradeció la generosidad y disponibilidad de quienes en todas las parroquias ayudaron con la comida y la ropa en la colecta realizada en agosto, y envió su bendición, para seguir cooperando con el más necesitado.