Hoy hace 163 años, en cuestión de 15 a 20 minutos, el ejército tico, liderado por Juan Rafael Mora, despedazó literalmente a un grupo de invasores al servicio de William Walker.
Esta ruda lección se la llevaron los filibusteros en la Hacienda Santa Rosa, en Guanacaste, y fue el primer gran enfrentamiento de la campaña de 1856-1857 contra el grupo de esclavistas del sur de Estados Unidos quienes tuvieron que huir derrotados y humillados hacia Rivas en Nicaragua.
Diecinueve héroes costarricenses fallecieron, 4 oficiales, 15 soldados y 32 resultaron heridos.
"Una vez dentro (de la Casona) no hubo ya esperanza para los malhechores; el sable y la bayoneta los hacían trizas y ellos, aterrados, ni atinaban ofender con sus tiros", reportó José Joaquín Mora Porras, hermano del presidente.
Qué orgullo saber que tuvimos esos valientes abuelos que defendieron con su vida este pedacito de tierra, no esta finca como basureó al país una hija de la vicepresidenta del Gobierno de Carlos Alvarado.
Pero qué dolor, que tristeza es ver que 163 años después de que cientos de héroes murieron por la patria, hoy somos esclavos de la corrupción, de los beneficios de los sindicatos, de los pluses salariales, de funcionarios e instituciones ineficientes, de líderes educativos sin vocación y la lista de filibusteros continúa.
Urge que ese ADN de aquellos valientes brote para que este país vuelva a levantarse con el coraje de esos abuelos en Santa Rosa y a lo largo de toda la sangrienta campaña antifilibustera.