A doña Dora Campos Durán le advirtieron que si no se operaba un bocio no llegaría viva ni a diciembre del 2018.
Ese bocio, llamado tumor tiroideo por los médicos, lo tenía en el cuello y pesaba casi dos kilos.
Si se operaba también había probabilidad de que falleciera en la operación, por eso su familia tenía listo un plan a, que saliera bien de la cirugía. Pero, por aquello, alistaron un plan b, el funeral y el lugar donde enterrarla.
Pero nadie contaba con que doña Dora se agarró de Dios y dejó callado a todo el mundo. Claro, antes debió pasar por la sala de operaciones.
El 31 de diciembre del 2018 celebró la llegada de un nuevo año, celebró la vida ya sin el tumor y con tremendas ganas de seguir viva porque, como ella dice, es un milagro.
Le encantan las sopas, el café, andar por aquí y por allá ahora que puede. La vuelven loca los tacos mexicanos y ama a la Liga Deportiva Alajuelense, con la que está segura de que disfrutará el título en este año del centenario manudo.
Desde ahora les advierte a todos los rivales que todavía le falta mucho al 2019.
Feliz de la vida
Doña Dorita es ahora una pura sonrisa todo el día. Es feliz porque Dios la cuidó incluso cuando muchos ya habían perdido las esperanzas.
“Cuando entré a la operación (el 22 de marzo del 2018) no tenía nada de miedo, iba tranquila”, nos contó en su casa en Las Heliconias, en Goicoechea.
El caso de doña Dora se lo informamos este jueves 29 de marzo.
Después de una operación que duró siete horas, esta abuelita de 24 nietos y una bisnietica le ganó a la muerte.
Eso sí, antes tuvo que pelear otra batalla porque si bien la operación en la cual le quitaron el tumor fue un éxito, estando en Cuidados Intensivos le dio un paro cardíaco y tuvo que volver al quirófano, del que volvió a salir triunfadora.
Ninguno de sus 14 hijos (uno ya falleció) la había visto nunca sin el bocio. Siempre fue algo normal para todos, sin embargo, ya en el 2016 el asunto pasó de castaño a oscuro porque el tumor creció más rápido de lo normal.
Creció tanto que doña Dora no podía comer ni respirar bien.
En los puros huesitos
“Llegué a pesar treinta y tres kilos, estaba en los huesos y me cansaba mucho con solo caminar doscientos metros. Por eso decidí operarme. Es cierto que siempre le tuve miedo a la operación, pero con la ayuda de Dios me armé de valor y me decidí”, nos contó doña Dora, quien siempre mantiene una linda sonrisa.
Dos de sus hijos, Sussy y Mario Arroyo, estaban en la casa cuando conversamos con doña Dora.
“Hubo momentos, a partir del 2016, en que realmente sentimos que la íbamos a perder, sobre todo un par de meses antes de la operación porque ya le costaba mucho respirar. Cada mañana decíamos ‘bueno, gracias a Dios despertó pero vamos a ver si termina el día’. Fueron días demasiado duros, por eso hasta lo del funeral alistamos”, nos reveló Sussy.
Esta triunfadora se siente como una recién nacida. Y la ciencia como que confirma que es un chiquilla: en 63 años de vida jamás se hizo ni un examen médico y a pesar de eso en los últimos análisis apareció puras tejas del colesterol, los triglicéridos y el azúcar.
“Está mejor que uno”, dice Sussy, quien tiene 24 años.
Para muchos años
Todavía tiene una traqueotomía, es decir, en sencillo, le abrieron un huequito en la tráquea.
Fue necesario porque esos casi dos kilos de tumor le apretaron demasiado la tráquea. Actualmente respira por la nariz y por el huequito de la traqueotomía, pero está muy bien, tanto que en la cita del 6 de mayo, nos dice, es casi un hecho que le cerrarán el huequito de la traqueotomía.
“Ya peso 47 kilos, estoy muy feliz por todo el cambio en mi vida. Antes de la operación no salía de mi casa incluso por vergüenza porque todo el mundo se me quedaba viendo como si fuese un monstruo. Ya pasó todo”, comentó.
Ya volvió a cocinar, come normalmente de todo. Hasta les entró a unos chicharrones de concha que lejos de afectarle le cayeron muy bien porque los deseaba desde hacía mucho.
Hay doña Dora para muchos años. y sus hijos están más que felices.
“Gracias a Dios, a los doctores y a toda mi familia. Hubo mucha gente que me ayudó para lograr este milagro. Ahora disfruto cada segundo de mi vida”, dice ella.