Adrián Morazán Jiménez, vecino de San José, está superfeliz porque en julio próximo, su emprendimiento cumplirá diez años de caminar puras tejas, al punto que tiene sucursales en Guatemala y Colombia.
No obstante, antes de consolidarse, este pulseador experimentó el amargo sabor del fracaso en dos oportunidades.
Simetría Digital es el nombre del emprendimiento de este tico que se dedica a dar servicios de comunicación, publicidad, presencia en redes sociales, asesorías en comunicación y en todo el proceso que tenga que ver con la consolidación de una marca personal.
En el 2012 se llevó su primer gran golpe, ya que tuvo que cerrar su negocio. Se le murió por, como él mismo explica, la gran ignorancia que tenía en temas contables.
“Desde que decidí emprender con mi propio negocio hasta que cerré la primera vez no pasó ni un año. Tenía el conocimiento para ejercer profesionalmente la comunicación, pero no tenía ningún conocimiento financiero empresarial y eso me llevó al cierre”, explicó.
La segunda vez se le murió un proyecto empresarial fue en el 2013.
“Ya tenía un poco de conocimientos contables, pero no tenía una estrategia comercial. Uno entiende qué debe hacer y cómo hacerlo, pero los clientes no llegan solos. Uno cree que se debe sentar a esperar sin entender que debe montar una muy buena estrategia para ganar clientes… volví a ponerle un candado al negocio”, reconoció.
Después de meterse a estudiar Contabilidad, de dedicarle mucho tiempo a pensar en una estrategia comercial y así pulir objetivos, volvió a intentarlo por tercera vez en el 2014 y la tercera fue la vencida, ya que le pegó el emprendimiento.
“La muerte de un emprendimiento es muy dura. Uno se culpa mucho. Después del primer cierre estaba muy golpeado, me echaba la culpa y me cuestionaba sobre cómo me permití fracasar. Tras el segundo cierre también me castigaba al preguntarme cómo no tenía la fuerza suficiente para volverlo a intentar.
“En Costa Rica cerrar un emprendimiento es sinónimo de fracaso. En países como Estados Unidos eso lo ven como alguien que está luchando por crecer y ayudar a otros con trabajo. Ahora que lo analizo, mi peor error al inicio fue asociarme con personas que no tenían la misma visión y sueños, y mi mejor virtud, la perseverancia”, asegura Adrián.
Al preguntarle a este pulseador qué consejo les daría a los emprendedores respondió: “Escojan muy bien a la gente con la cual piensa asociarse y rodearse. Debe ser gente con los mismos sueños y objetivos. Además, traten de concentrarse en ese sueño porque habrá mucha gente que le dirá que ya no siga, que deje de soñar, sobre todo si cierra su negocio definitivamente.
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“Cerrar no es sinónimo de fracaso, vuelva a abrir, aprenda de los errores y piense siempre en positivo. Ahora le doy trabajo a diez personas y eso me alegra y satisface demasiado. Todo comenzó con un sueño que fracasó dos veces, pero a la tercera pegó”, advirtió.
Actualmente, don Adrián es vicepresidente de la Cámara Costarricense de Pymes, eso le ha permitido una experiencia amplia con otros emprendedores, por eso es que habla de perseverancia, ya que hoy por hoy en este país cuesta mucho emprender y especialmente consolidar un negocito.