Nació con un dedo menos en la mano izquierda y con solo tres en la derecha, debido a una malformación. Aún así, Juan Diego Hidalgo Rojas no se arrugó y superó su discapacidad para hacer arte, increíblemente, con sus manos llenas de talento.
Desde hace 21 años confecciona artesanías con madera de desecho. Lo que para otros es basura, para este vecino de Grecia es petróleo puro, porque esa chamba le permitió a él y a su esposa sacar adelante a sus cinco hijos que tienen de entre 7 y 18 años.
El obstáculo físico nunca le impidió soñar en grande a este papá de 36 años de edad. El primer trabajo en un taller se convirtió en un reto, porque, ¿a quién se le ocurriría que alguien con tres dedos menos podría hacer semejantes bellezas?
Diego sabía que tenía todo en su contra, excepto su determinación y confianza. “Ese primer trabajo lo tomé por la necesidad que tenía, pero lo asumí como un desafío, porque quería aprender bien el oficio, como Dios manda”, contó.
En ese bretecito lo acompañó Karen Artavia Herrera, con quien vivía en unión libre y luego se casaron.
“Empezamos juntos y vimos que sí podíamos hacerlo muy bien y que teníamos posibilidad de dedicarnos a eso. Diosito me dio el talento para poder surgir con ese don y perfeccionarlo con el tiempo”, comentó el artesano.
Fue entonces cuando la pareja decidió emprender. Compraron las máquinas que necesitaban mediante un préstamo con el banco que les costó un mundo pagarlo, pero ya lo cancelaron.
Aquel sería el paso que metió a Diego de lleno en el mundo de la artesanía, pues demostró que los tres dedos que le faltan los repone con su talento y deseos de superación.
“La artesanía hay que traerla en la sangre. No todo el mundo tiene el don de agarrar un tronco de madera y sacar arte, más cuando es madera de desecho”.
Ejemplo para otros
¿Se imagina cómo es para este griego agarrar una máquina de torno, una motosierra o una sierra de cinta? ¿O cómo detalla las hermosas piezas que terminan decorando el corredor de una casa, la recepción de un hotel o la mesa de un restaurante?
Él rompió cualquier pronóstico y se abrió su propio camino. Por eso, su ejemplo sirve de motivación para muchas personas, con o sin discapacidad.
De hecho, cuando la gente que no lo conoce lo ve trabajar queda más que sorprendida. “Me dicen que por mucho menos otras personas se tiran a la cama a llorar. Unos compañeros se han inclinado por trabajos similares al vernos a nosotros”, detalló.
Y como anécdota, recordó el día que iba en su carro, junto con cuatro de sus hijos. En un semáforo llegó un hombre a pedirle plata, disque por una herida en un dedo que no le permitía trabajar. Sin decirle palabra, Diego le enseñó sus manos y aquel hombre salió en carrera, con una vergüenza enorme.
Por su entrega y sacrificio, su esposa lo elogia. “Ha sido un gran ejemplo de lucha y perseverancia, muy valiente porque es un trabajo muy concho y le ha hecho frente a pesar de todo, como las dificultades económicas que se nos han presentado, las temporadas bajas y situaciones de salud”, destacó Karen.
En ella, Diego tiene su admiradora número uno. “Yo le he echado un poco la mano cuando le ayudo a lijar, pero él ha sido el soporte en nuestro hogar, tomado de la mano de Dios. Diego ha tomado con mucha responsabilidad la bendición de ser papá”, recalcó su esposa.
Tremendo susto
No todo ha brillado como el oro para este artesano de Grecia, al contrario, sus poco más de dos décadas de experiencia suman también momentos muy complicados.
En su trabajo vivió episodios que lo llenaron de miedos, como la vez que se le reventó una pieza en la máquina de torno. El pedazo de madera salió disparado y lo pegó en medio de la cara.
Esa vez se le partió la nariz, se le cayeron dos dientes y se le abrió el párpado. Pero eso no tendría comparación con lo que le esperaba con la sierra cinta, donde se hizo realidad el principal temor de quienes trabajan con madera: cortarse la mano.
En tono jocoso, Diego recordó cómo aquella vez se arrancó dos dedos de la mano en la que solo tiene tres y lo tuvieron que operar de emergencia, literalmente, para pegarle los dedos.
“Me iba a quedar solo con un dedo. Me la he ido jugando después de eso, fue muy duro porque estuve siete meses sin hacer prácticamente nada, fue muy grave el corte”, contó.
“El doctor me dijo que no podía dejarme con solo un dedo y que los pegaría a ver si funcionaba, por dicha que así fue. Nos llevamos un susto increíble”.
Para conocer más sobre el trabajo de este artesano y las piezas que confecciona, usted puede visitar su página en Facebook Arte Madera Artesanos de Costa Rica o escribirle al Whatsapp 8590-5749.
Él se especializa en gambas de teca, óvalos (sirven de fruteros rústicos y ensaladeras), vineras, chorreadores de café y cucharones, entre muchas otras creaciones.