Apretones de mano y abrazos cargados de amor llegaron a un grupo de 95 privados de libertad en el Centro Penitenciario de Liberia, por parte de monseñor Manuel Eugenio Salazar, quien cerró de esa forma un encuentro de dos horas en el cual dejó claro el deber de todo cristiano de “ayudar a quien está caído”.
“La obligación de todo cristiano es ayudar a quien está caído porque, si no somos solidarios, no vamos a sacar al país adelante. Hay que ayudar al que está más necesitado, especialmente, en situación de cárcel, enfermedad y pobreza”, dijo el Obispo de la Diócesis de Tilarán-Liberia.
En esta Navidad y Año Nuevo, monseñor recordó que, además de las fiestas y paseos, la obligación de todo creyente “es acordarse de los necesitados, de quienes están solos y tristes, de los ancianos, a quienes nadie les lleva los tamalitos; de esos niños pobres, quienes viven en un tugurio y nadie le lleva un regalo, ¡seamos solidarios!”, comentó el sacerdote quien realizó la visita el pasado 22 de noviembre.
La trabajadora social, en Liberia, a cargo de toda la logística de la visita, Guiselle Moraga, agradeció la presencia del obispo y de los miembros de la Pastoral Social de la Diócesis.
“A la reunión, llegaron personas de diferentes credos, quienes están deseosas de tener un poquito de la palabra de Dios y un mensaje de esperanza”, dijo Moraga, a quien se le entregaron artículos de higiene personal, donados por diferentes parroquias para los privados de libertad.
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Según los últimos datos del ministerio de Justicia y Paz, en Liberia hay un total de 988 privados de libertad, quienes forman parte de los 14.889 reclusos del sistema penitenciario de todo el país. De ese grupo, hay un número de 502 mujeres en el Centro Penitenciario Vilma Curling, conocido como el Buen Pasto.
De hecho, el obispo también visitó el módulo donde se encuentran las nueves mujeres que, en Liberia, cumplen penas de cárcel y, justo, cuando iba dejando las instalaciones del centro penitenciario, se encontró con cuatro nuevos reclusos, quienes iban ingresando en una patrulla, a este grupo, les brindó su bendición y palabras de esperanza.
Junto a monseñor Salazar, el grupo de fieles estuvo integrada por la encargada de la Pastoral Penitenciaria, Vanesa Marchena; la servidora, María Eugenia Chavarría, quien llegó desde Tilarán para apoyar en la parte de animación musical, y el coordinador de la Pastoral Social diocesana, el diácono Francisco Venegas Castro.