Las dificultades económicas, los problemas en el trabajo y el alto costo de la vida son algunas situaciones que generan angustia en las personas, en especial en estos tiempos.
Dependiendo del nivel que afrontemos, puede hacerlo sudar, quitarle el sueño, el hambre, preocuparlo, ponerlo alerta y hacerlo tomar decisiones que cambien su vida.
Pero si no sabe manejar la angustia, puede traerle muchos problemas, por eso con la ayuda de la psicóloga Martha Flores, de la Universidad Autónoma de Guadalajara, le damos unas recomendaciones para hacerlo:
- Nombrarla. Darle un nombre ayuda a conocer qué nos está afectando.
- Dejarse sentir. No se trata de distraerse, porque la angustia se acumula, como echar polvo bajo la alfombra, hay que dejarla que suba para conocerla y vivirla.
- Escuchar al cuerpo. Hay que aprender a entender qué nos afecta y cómo el cuerpo reacciona para saber qué nos pasa y tratarlo.
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- La angustia también tiene que ver con ser diferente a lo que nos dijeron toda la vida que teníamos que ser, aprendamos qué nos pertenece y aceptémoslo como algo natural.
- Más vale tomar la decisión equivocada que no tomar ninguna. Evitar las decisiones solo trae más angustia, lo mejor es “hacer algo”, a dejar que esta se apile.
Es importante que sepa que hay dos tipos de angustia. La realista, que aparece ante algo racional y comprensible, es inevitable que en algún momento la enfrentemos. Y la expectante, que se activa por cualquier estímulo e influye sobre el juicio, escoge expectativas y es la más intensa.
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Aumenta la atención sensorial, la capacidad motriz, la necesidad de huida, la defensa activa, temblores, ahogos y más. Ésta es normal, la tenemos desde que nacemos, pero podemos controlarla y usarla a nuestro favor.