Un grupo de conductores ilegales e imprudentes destruyeron unos geoglifos milenarios en el desierto de Atacama, al norte de Chile.
Estos geoglifos, similares a las figuras de Nazca, tenían más de 1.000 años y era uno de los pocos recuerdos de los pueblos indígenas de la zona.
Acá es importante aclarar que en realidad, todos los años cientos de conductores se reúnen en el desierto de Atacama, uno de los lugares más áridos del mundo, para correr en una serie de circuitos de varios cientos de kilometros delimitados y avalados por el gobierno.
Lo que no muchos saben es que esta tierra desierta hace miles de años era el hogar de pueblos indígenas sudamericanos que grabaron en la tierra enormes figuras de animales, seres humanos y hasta objetos.
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En este caso se trata de los geoglifos de Alto Barranco que datan entre los años 900 y 1450 d.C.
En realidad no sabemos con exactitud para qué servían estas figuras, pero los expertos creen que los pueblos indígenas los usaban como guías para las caravanas supieran que eran lugares en los que podían descansar y había agua.
Volviendo a las carreras, las organizadas por el gobierno evitan a toda costa pasar cerca de estas figuras, pero a los corredores ilegales no les interesa en lo más mínimo y ahora destruyeron un patromonoo histórico.
La denuncia la hizo en redes Gonzalo Pimentel, arqueólogo y presidente de la Fundación Desierto de Atacama, quien compartió imágenes en las que se puede ver cómo los carros y motos han pasado por encima de estas figuras destruyéndolas por completo.
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La zona tiene cientos de rótulos bastante grandes que avisan sobre las figuras, entonces las autoridades y encargados de los geoglifos están seguros que los conductores sabían perfectamente lo que estaban haciendo.
Ahora la responsabilidad cae sobre el gobierno, quienes han sido acusados de no hacer lo suficiente para preservar el patrimonio, ya que desde el 2017 se vienen denunciando daños por las carreras, pero ellos siguen aprobando eventos cada vez más masivos.
La ley establece que cualquier persona que dañe un yacimiento arqueloógico en Chile se enfrenta a penas de cinco años de cárcel y multas de más de 14.500 dólares, unos 7 millones 613 mil colones.
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