Víctor Sánchez, vecino de Desamparados en San José, nunca imaginó que un viejo Land Rover sería uno de sus principales pilares para atravesar la pandemia del covid-19 y en la sección del Chuzo de la Semana nos relató cómo fue ese proceso.
La nave llegó a su familia gracias a un proyecto que tenían a mediados de la década de los 2000, pero por diversos motivos terminó en el patio de un pariente en el Valle de El General.
“Llegó en el 2004, porque en la familia teníamos un proyecto de cortar madera en Buenos Aires de Puntarenas. En ese tipo de terreno se ocupaban carros para trabajo, en ese entonces tuvimos varias opciones, entre ellas este Land Rover diésel, modelo 1968. Lo recogimos en Guápiles y en dos días llegó a la zona sur, donde lo pusimos a trabajar.
“Él trabajó allá por una década. Le tocó duró porque jaló a los peones, motosierras y bidones de diésel en caminos muy complicados. Cuando se cerró el proyecto, llevamos el carro a la casa de unos familiares en Pérez Zeledón y lo parqueamos debajo de un palo de mangos”, contó.
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La pandemia les cambió la vida a todos y don Víctor, mientras veía programas de televisión para matar tiempo mientras sufría de las restricciones, se acordó del antiguo 4x4 y no lo pensó dos veces para reconstruirlo.
“Quedó ahí por siete años, hasta que en la época de la pandemia, al estar encerrado por mucho tiempo, pensé cómo debía invertir ese tiempo y viendo programas de televisión sobre reconstrucción de carros, me acordé del Land Rover que teníamos en Pérez Zeledón. Viajé allá con una grúa para recogerlo y llevármelo a mi casa, que en ese entonces estaba en Aserrí y comencé el proyecto de reconstruirlo.
“Soy abogado de profesión y de mecánica sabía muy poco por ser travieso, armé un toldo, puse el carro ahí y lo empecé a desarmar pieza por pieza, eso para mí fue una liberación mental porque estuve ocupado en un momento en que por las restricciones no se podían hacer muchas cosas.
“Con una lija para quitar la pintura y una pistola para pintar empecé con el proceso, me levantaba temprano para irme al toldo para desarmarlo, pasaba todo el día ahí, me gustaba tanto que mi esposa me jalaba para almorzar y cenar (risas), hasta que llegué a las partes que no pude poner a punto, como el motor y los frenos, así que busqué mecánicos a la antigua”, describió.
Pieza única
Necesitó de dos años para terminar el proyecto, ahora es el chineado de la casa, ya está pensionado y pega porte en las exhibiciones de carros antiguos. La única pieza que no se restauró fue una placa. Esta registra que fue ensamblado en Costa Rica.
“Este vehículo fue ensamblado en Costa Rica por Ensambladora Automotriz, una empresa costarricense que armó varios modelos de Land Rover aquí. Es de los pocos que aún tienen la placa con la que uno se daba cuenta de que fue armado en Costa Rica y hasta tiene la fecha que lo fabricaron, fue en octubre de 1967 y el número de unidad es el 1090.
“Es la parte que guardo con más recelo y no se restauró para que mantuviera su originalidad”, finalizó.
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