La muerte de Timothy Treadwell (46) y su novia Amie Hugenard (37) ha pasado a la historia por el crudo relato que logró registrarse de sus fallecimientos, cuando un oso grizzly los atacó en el Parque Nacional Katmai, en Alaska, Estados Unidos, el verano del 5 de octubre de 2003.
Treadwell llevaba más de 13 años dedicando su vida al cuidado y preservación de la vida silvestre, en especial la de este animal, que finalmente terminó con su vida. Los “amaba”, como confesó en numerosas ocasiones. Sentía que su objetivo en la vida era protegerlos y por eso decidió cohabitar junto a ellos en estado salvaje.
Durante su vida como ecologista registró absolutamente todos los movimientos que estos ejemplares realizaban en la reserva natural, sus movimientos, habitad, búsqueda de comida, hibernación y hasta peleas.
”Mírenme cuánto amo a los osos, cómo los respeto, cómo soy uno de ellos”, decía frente a la cámara, en un presunto trastorno de la personalidad, el que Timothy verdaderamente se sentía un oso más.
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Creía que conocía a cada ejemplar, que entendían sus sentimientos y que eran sus amigos. Gran parte de las imágenes que grabó fueron utilizadas por el director Werner Herzog, quien en 2005 lanzó un documental sobre su vida llamado Grizzly Man.
”Hay momentos en que mi vida está al borde de la muerte. Estos osos pueden morder y matar. Y si soy débil, pierdo. Amo a los osos con todo mi corazón. Los protegeré y moriré por ellos. Pero no moriré por sus garras y patas. Lucharé y seré fuerte. Yo seré uno de ellos. Seré el amo”, llegó a decir el conservacionista en uno de sus tantos momentos en los que sentía que tenía el control de lo que sucedía.
Los osos salvaron mi vida
Antes de dedicarse a observar minuciosamente la vida salvaje de los osos grizzly, Timothy había intentado triunfar como actor en Hollywood, pero su carrera nunca despegó. Quedó segundo en una audición para un programa televisivo y haber “fracasado” en el intento lo destruyó.
Comenzó a trabajar como camarero y a medida que pasaban los años su adicción al alcohol y las drogas se hizo insostenible hasta que tuvo una sobredosis casi fatal.
En ese momento tuvo una epifanía. Descubrió “la tierra de los osos” y creyó que para ser redimido, debía rehabilitarse.
”Los osos necesitaban a alguien que los cuidara, pero no a alguien que fuera un desastre. Así que les prometí a los osos cuidarlos y que ellos me ayudaran a ser mejor persona. Fueron una inspiración. Pude dejar la bebida. Fue un milagro”, aseguró.
Había encontrado finalmente un consuelo a su vida, pero también una misión y se creía el único capaz de salvar a los grizzly que vivían en la remota Alaska de los cazadores furtivos.
”Moriría por estos animales. Gracias a estos animales tengo una vida, antes no tenía”, se lo escucha decir en una grabación mientras las lágrimas comienzan a aparecer en sus ojos.
La confianza le pasó factura
Tras haber estado más de una década investigando el comportamiento de los osos, fue perdiendo el temor hacía ellos y cada vez se acercaba más para poder registrarlos.
Según dicen algunos documentales, empezó a irrespetar el espacio de seguridad.
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Timothy los rastreaba para acercarse a ellos y tocarlos. Consideraba que había logrado conectar e interaccionar con ellos.
Algunas personas que lo conocían y que trabajabaron con él aseguraban que Timothy actuaba como si los osos fueran personas disfrazadas y no animales salvajes. Su hipersensibilidad hacia la naturaleza lo hacía llorar cuando encontraba a algún animal muerto. Le hablaba a los cadáveres, los acariciaba y dedicaba sentidas palabras, que eran grabadas por su cámara.
Cuando le preguntaban cómo se animaba a convivir con animales salvajes, simplemente respondía: “Ellos son incomprendidos”.
Al ser consultado sobre qué haría en caso de ser atacado por uno de ellos, reiteraba: “Nunca mataría a un oso en defensa propia”.
La noche de la tragedia
Los gritos de agonía y desesperación de Treadwell y Hugenard quedaron registrados en una cámara de video que encontraron con la tapa puesta, de lo contrario, las imágenes que hubiera podido captar serían comparadas con cualquier película de terror gráfica.
Los constantes errores de Timothy lo convertían en presa fácil de los osos hambrientos, quienes estaban a punto de entrar en hibernación tras acabado el verano. Precisamente, dos días antes de fallecer, ambos habían presenciado la brutal pelea entre dos grizzly por una presa.
”Estoy un poco preocupada, especialmente luego de ver la pelea del otro día. Todavía los amo. (...) Nos iremos en pocos días y necesitamos estar seguros que filmamos todo lo que necesitamos. Puedo ver la tristeza en los ojos de Tim cuando hablamos de irnos. Realmente él pertenece acá, esta es su casa”, expresó Amie a la cámara.
”Es uno de ellos y los entiende.(...) A veces siento que él los quiere más que a mí y eso está okey para mí. Estos osos son su familia. Espero que pueda manejar la depresión de dejarlos luego de otro exitoso verano con ellos”, agrega.
En la noche del domingo 5, un día previo a que el piloto del hidroavión los recogiera, un oso de unos 4 metros de altura arremetió contra el campamento de la pareja en medio de la oscuridad. Inmediatamente, uno de los dos, no se sabe quién, prende la cámara sin quitar la tapa, presumiblemente, para captar como es el encuentro del animal hambriento con un ser humano.
En el audio se puede escuchar los gritos de Treadwell siendo devorado por el oso.
El sonido de la lluvia golpeando la carpa se combinaba con los gritos de desesperación de la mujer, quien tan solo le puede decir a su amado “que se haga el muerto”, mientras el feroz animal lo desmiembra.
En un momento, se escucha un silencio penetrante que es interrumpido por los alaridos de Amie, quien ahora es la nueva víctima del mamífero. Tras seis minutos de un escalofriante escenario, todo se calma y el audio, que no está completo al alcance del público, se termina.
Quien se dio cuenta de la muerte de ambos fue Willy Fulton, el piloto que los fue a buscar al lugar de recogida acordado. 24 horas antes había hablado con Timothy para pactar el viaje, pero en cuanto aterrizó en el Parque Nacional Katmai advirtió algo extraño.
El silencio del lugar lo impactó. No había ninguna persona allí, y a pesar de llamarlo a los gritos, no obtuvo respuesta.
Entonces decidió volar hacia donde se alojaba la pareja y vio la peor imagen. El campamento estaba destruido y en el lugar había un oso agachado comiendo una caja torácica.
Cuando las autoridades llegaron al campamento, divisaron restos humanos esparcidos por las cercanías. La mitad del brazo de Timothy aún conservaba su reloj pulsera. Los guardaparques mataron al oso que aún seguía allí y cuando abrieron su estómago descubrieron restos humanos y ropa. Sin embargo, lo más impactante fue que la cámara de video había grabado el feroz ataque con la tapa puesta, por lo que solo logró capturar el sonido.
En el audio se oye a Amie gritando “¡Sal de acá!”, gritos y rugidos. Pero por la sensibilidad y crudeza del material, muy pocas personas tuvieron acceso a él y la recomendación fue que se destruyera.