Los historiadores se sumergieron este lunes en los archivos del pontificado del papa Pío XII (1930-1958), acusado de permanecer en silencio durante el exterminio de seis millones de judíos.
Las personas con autorización se instalaron en pequeñas salas adjuntas al lado de los diversos sectores de los archivos del Vaticano.
Después de décadas de controversia, a partir de este lunes los estudiosos que recibieron la autorización hace más de seis meses pueden darse gustos revisando.
Doscientos expertos se han inscrito para consultar una montaña de documentos, accesibles gracias a un inventario que los archiveros de la Santa Sede tardaron 14 años en terminar.
El joven investigador alemán Sascha Hinkel, entre el grupo de privilegiados que este lunes pudo ingresar, considera que es "una excelente oportunidad formar parte del primer grupo" que accede a esos documentos.
Miembro del grupo de asistentes del profesor de Historia Religiosa Hubert Wolf, experto en Pío XII y del nazismo, tiene cinco años de trabajo por delante para tratar de encontrar respuestas a una serie de preguntas pendientes.
Pero "¡los archivos del pontificado ocuparán historiadores durante al menos veinte años!", advierte.
“Para millones de personas, católicas y judías, estos archivos son de enorme interés humano”, sostiene Suzanne Brown-Fleming, directora de los programas internacionales del Museo Conmemorativo del Holocausto de Estados Unidos y quien inició una investigación de tres meses.
"La Iglesia no le teme a la historia", advirtió el papa Francisco, cuando decidió hace un año autorizar la apertura de los codiciados archivos.
Los llamados "archivos secretos", con 85 km de estanterías, incluida una sección dedicada al pontificado de Pío XII, han estado protegidos por décadas detrás de rejas y el polvo cubre algunos de sus documentos.
Entre ellos los dibujos y cartas de niños alemanes que agradecían al papa en 1948 por los regalos enviados con motivo de su primera comunión
Los archivos inéditos sobre el largo período de la posguerra también han sido abiertos por primera vez, en particular el de la censura a escritores y sacerdotes considerados demasiado cercanos al comunismo.
Para la polémica fase del exterminio judío, es decir el Holocausto, el Vaticano había publicado lo esencial hace cuarenta años, en once volúmenes.
Pero faltan piezas, especialmente las respuestas del pontífice a sus visitantes.
Los historiadores de todo el mundo tratarán de comprender mejor la personalidad de ese papa italiano, cauteloso, amante de la cultura alemana, que fue nuncio por doce años en Alemania (1917-1929) asistiendo al ascenso del nazismo y que le tocó luego reinar desde el Vaticano durante la Segunda Guerra Mundial con una Europa dominada por nazis y fascistas.
Acusado por sus detractores de guardar silencio ante el exterminio de los judíos en los campos de concentración, fue defendido por otros por haber escondido a al menos a 4.000 judíos romanos y protegido de alguna manera a los católicos europeos de más horrores. ¿Podrán acercarse esas visiones?
Es poco probable, aseguran varios historiadores entrevistados por la AFP.
El papa, un aristócrata romano, "nunca alzó la voz y los documentos no van a contradecir eso", comentó la historiadora italiana Ana Foa, refiriéndose a su conducta "muy diplomática" frente a los alemanes.
"Durante la guerra pensó que su deber era salvar vidas y no condenar a las ideologías", resumió la profesora, actualmente jubilada.
"Pío XII fue un producto de su tiempo. No era particularmente antijudío, pero tampoco negó la historia antijudía de la Iglesia", explicó.
"Durante la posguerra gozó del aprecio de los judíos que habían sido escondidos por las instituciones católicas, pero no le sacó provecho a eso. No entendió lo que había ocurrido. Era un hombre del pasado", asegura.
Desde la apertura de los archivos, el Vaticano evita hablar sobre el proceso de beatificación de Pío XII, actualmente estancado.
Un primer paso fue dado en 2009 por Benedicto XVI, lo que provocó una avalancha de protestas de las organizaciones judías.
Las siete secciones de los archivos de la Santa Sede que custodian documentos sobre Pío XII podrán alojar solo a un centenar de investigadores al día para un trabajo delicado y meticuloso entre viejos fascículos, ya que sólo una parte de los archivos ha sido digitalizada.