Cuando se piensa en comprar y vender un carro usado, el kilometraje es un factor crucial.
Lo decimos porque refleja el uso real que se le dio a la nave y, por lo tanto, el desgaste del motor, tren delantero, embrague y frenos, entre otras piezas claves en la mecánica de cada rodado. Cuanto más viejo el auto, más definitoria es esta cifra.
En Tiquicia, como en otros países de la región, la práctica de “maquillar” el kilometraje es usual entre los vendedores, para simular que el auto es más nuevo, está en mejor estado y, por ende, puede venderse a un precio significativamente más alto.
La técnica de los llamados “manipuladores del kilometraje” consiste en, a través de un escáner, modificar la cifra del odómetro. Los avances tecnológicos de los autos en los últimos años volvieron más difícil que en el pasado esta práctica, pero se sigue haciendo con el instrumental adecuado.
Además de ser un engaño en sí mismo, esta alteración puede desencadenar otros problemas a futuro. El cambio de la correa de distribución de un auto, para dar un ejemplo concreto, se calcula a partir del kilometraje.
¿Cómo darse cuenta?
El primer punto a tener en cuenta es que el kilometraje promedio por año está entre los 10.000 y 15.000 kilómetros.
En líneas generales, el consejo es buscar coherencia entre el estado del auto y la cantidad de kilómetros declarados.
Los años de vida y uso de un auto se notan principalmente en el estado del tablero, volante, pedales, tapicería y llantas.
Por ende, si el kilometraje “vendido” es bajo, pero alguna o varias de estas partes denotan mucha trayectoria, es posible que haya habido una manipulación del odómetro de por medio.
Llantas
A la hora de jugar al detective antes de una compra, los neumáticos juegan un rol clave. Porque si el vendedor asegura que el auto cuenta con menos de 40.000 kilómetros, el auto debería tener los originales. El atributo de nuevas llantas, entonces, podría ser a su vez una pista para levantar sospechas.
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Un auto con bajo kilometraje tampoco puede tener el volante, el pomo de la palanca de cambios o los guiños desgastados. Es otro indicador a mirar con detalle.
Sobre todo cuando el comprador no es experto en autos, la mecánica se convierte en un vector de engaños.
La recomendación en este área es aplicar el lema de “mejor prevenir que lamentar”, y consultar a un mecánico de confianza que revise el interior de la unidad; vea en qué estado se encuentra el motor, mangueras y otros elementos de la mecánica interna del auto, así como pedir al vendedor una revisión del aceite.
El estado del motor también habla, según los expertos: en el caso de un usado, no debería estar ni muy sucio ni muy limpio. Una limpieza excesiva puede esconder algún defecto que se intentó disfrazar.
Documentos
Al margen de la apariencia y estado del vehículo, algo indispensable en un auto usado es que cuente con toda la documentación necesaria: matrícula vigente, documentos de propiedad y garantía del auto, facturas de impuestos, multas y deudas, el grabado de autopartes y VTV , entre otros.
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Otro punto clave es comprobar que exista un registro del historial de mantenimiento del auto. Cualquier taller o concesionaria tiene que conceder esta documentación, y es una buena forma de demostrarle al vendedor que se va a realizar un análisis riguroso. A través de estos papeles, por ejemplo, se puede demostrar si el auto conservó su carrocería, o chocó.
Una vueltica
La recomendación final para evitar sorpresas y desilusiones es pedirle al vendedor dar una vuelta.
Una vez adentro y en ruedo, es más fácil identificar fallas y comprobar que la apariencia superficial de los asientos, pedales, palanca, radio, tablero y demás elementos de la cabina sea coherente con el funcionamiento real en la práctica.
También es posible percatarse de cosas que, en frío, no hubiesen levantado sospechas, como puede ser sentir olor a nafta o a quemado, o escuchar un ruido extraño o particular.