Eran las 11:30 p.m. de un viernes cuando Arthur Brand recibió el paquete que esperaba nerviosamente desde hacía días. Sonó la campanilla y, al abrir la puerta, no había nadie. A sus pies una caja de cartón lo esperaba en la oscuridad.
Al abrirla encontró uno de los objetos más sagrados que le hayan robado a la Iglesia católica, conservado desde hacía 1.000 años en la abadía de Fecamp, en el norte de Francia: la reliquia de la “Preciosa Sangre de Cristo”.
“Mi corazón latía con fuerza”, contó el detective sobre la recuperación del tesoro perdido, que debe ser entregado a las fuerzas del orden de Países Bajos luego de que estas recibieran un pedido de Francia para que se investigue la identidad del ladrón y la autenticidad de la obra.
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Brand ha sido llamado el “Indiana Jones del Mundo del Arte” por sus impresionantes recuperaciones de arte robado.
A sus 52 años, es uno de los detectives de arte más famosos del mundo, reconocido por ladrones y policías por su acceso al comercio criminal de arte robado.
Pero conseguir la reliquia de la “Preciosa Sangre de Cristo” fue una experiencia especial para él. “Como católico que soy, esto es lo más cercano que se puede estar a Jesús y el Santo Grial”, aseguró.
El relicario dorado, de unos 30 cm de alto y adornado de piedras preciosas incrustadas, imágenes de Cristo en la cruz y otros santos, conserva dos recipientes metálicos que según los creyentes contienen gotas de sangre de Jesús recogidas durante la crucifixión.
En la fe por años
La reliquia ha sido objeto de culto para los peregrinos católicos por más de mil años.
Se encontraba en la abadía de Fecamp, en la Normandía francesa hasta la noche del 1 al 2 de junio, cuando fue robada.
Y el relicario no era el único objeto en la caja de cartón dejada en la puerta de Brand esa noche de julio. También había varios platos litúrgicos de cobre, imágenes de santos y un cáliz decorado, que también fueron robados de la abadía en junio.
Brand mostró el relicario, del que no pudo verificar su autenticidad ni la de los otros objetos recuperados, que aún no han sido examinados por la policía o expertos.
Pero Brand no duda de su autenticidad. ”No tengo duda de que es la verdadera. Los objetos religiosos son casi imposible de falsificar”, aseguró.
Brand contó que su participación en el caso comenzó poco después del robo, cuando recibió un mensaje de una persona anónima que aseguró tener en su posesión los bienes robados.
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“Esta persona me escribía de parte de otra, en cuya casa estaba guardada la reliquia. Tener en su casa la máxima reliquia, la sangre de Cristo, robada, eso es una maldición”, aseguró.
“Cuando se percataron de lo que era, que no se podía vender, sabían que tenían que deshacerse de ella”, explicó.