AFP
El hombre que causó la muerte de 37 personas al prender fuego un casino de Manila era un padre de familia, ludópata (adicto al juego) y acosado por grandes deudas, y no un terrorista, aseguró este domingo la Policía.
El jefe de la policía de Manila, Oscar Albayalde, dijo que el atacante se llamaba Jessie Carlos y tenía 43 años.
Era padre de tres hijos, vivía en Manila y tenía prohibida la entrada a los casinos desde abril a petición de su familia, por su adicción. Eso lo tenía resentido.
Ello prueba el carácter falaz de la reivindicación de este ataque por el grupo yihadista Estado Islámico (EI), declaró Albayalde.
"Reiteramos que no es un acto de terrorismo sino (...) un acto realizado por una única persona", dijo Albayalde en conferencia de prensa en la que estaban presentes la mujer y los padres de Jessie Carlos.
"Está muy endeudado debido a su adicción a las apuestas. Ello se convirtió en una fuente de problemas con su esposa y sus padres", contó Albayalde.
El hombre, enmascarado, había irrumpido en el hotel-casino Resorts World Manila, cerca del aeropuerto de la capital, armado con un fusil de asalto M4 y con una botella de petróleo. Luego prendió fuego a varios objetos y mesas, según la policía.
Treinta y siete personas murieron asfixiadas y decenas resultaron heridas en la estampida que se provocó cuando los aterrados clientes intentaban huir.
Jessie Carlos se suicidó luego en una habitación del hotel, quemándose vivo. Su cuerpo carbonizado fue hallado cinco horas más tarde, según la policía.
Imágenes de las cámaras de seguridad lo muestran deambulando tranquilamente por el casino, y disparando, la mayoría de las veces al aire.
En un momento, disparó contra guardias, sin alcanzarlos. Luego se dirigió pausadamente hacia una sala donde estaban almacenados dinero y fichas, con la evidente intención de llevárselos.
Carlos incendió algunas mesas de juego, en un intento aparente de distraer la atención para poder fugarse, dice la policía.
La madre de Carlos declaró, sollozando, que su hijo era una buena persona, y que el juego lo echó a perder.