Una experiencia insólita y angustiante vivió Rosie Swain, una mujer que, tras sufrir un persistente dolor en el oído, descubrió que la causa no era un simple malestar pasajero, sino una colonia de garrapatas instalada junto a su tímpano.
Swain y su esposo se encontraban recorriendo los parques nacionales de Sudáfrica cuando, en los últimos días del viaje, comenzó a notar molestias en su oído, acompañadas de una picazón constante.
Pensó que se trataba de una posible fatiga del sistema inmunológico, derivada del largo viaje. Sin embargo, tras regresar a su hogar en Singapur, el dolor en el oído se intensificó. Una mañana, Swain observó manchas de sangre en su almohada, lo que acrecentó su preocupación.
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Según publicó The Guardian, para entender mejor lo que le ocurría a Rosie, su esposo decidió comprar un otoscopio: un dispositivo con cámara que permite examinar el interior del oído al conectarse a un teléfono inteligente. Por un costo aproximado de $20 (unos 10 mil colones), el aparato ayudó a la pareja a descubrir algo inquietante: al observar el video en detalle, ambos notaron unas burbujas negras y duras, acompañadas de sangre seca. Lo que en un principio parecía una simple costra resultó ser un pequeño ser en movimiento.
Swain describió la escena con palabras que evocan a una película de ciencia ficción. Asustada, decidió acudir de inmediato a un centro de urgencias. Los médicos no tardaron en confirmar la causa de su dolor: una garrapata adulta se había incrustado en su oído. Pero eso no era todo, ya que el insecto había incubado crías dentro de su canal auditivo.
El dolor y el posterior alivio
Retirar a la garrapata madre no fue una tarea sencilla ni indolora. Swain explicó que el insecto estaba profundamente adherido a la piel cerca de su tímpano, lo cual provocó un fuerte dolor durante el proceso de extracción. Las crías, por su parte, eran tan diminutas que resultaban casi imperceptibles. A pesar del dolor momentáneo, Swain experimentó un alivio inmediato una vez que se retiraron tanto la garrapata madre como sus crías.
El personal médico le recetó antibióticos como precaución ante posibles infecciones, pero Swain comentó que el dolor en el oído desapareció casi al instante tras la extracción del parásito. En cuanto a la garrapata, el médico la colocó en un pequeño tubo de ensayo, lo cual dejó a la pareja en un estado de desconcierto. Aunque se les ofreció llevarse el insecto como “recuerdo” de la experiencia, ambos rechazaron la propuesta sin dudarlo.
Al relatar su historia, Swain bromeó sobre lo surrealista de la situación: “Me siento culpable por haber destruido una familia dentro de mi oído”. La experiencia, que en un principio fue una incógnita médica, terminó siendo un extraño recordatorio de los imprevistos que pueden surgir en ciertos viajes.