Las Vegas, Estados Unidos,
AFP
Curtis Leoni y Robin Davis estaban en el festival de música country “Route 91 Harvest” en Las Vegas, blanco del peor tiroteo en la historia reciente de Estados Unidos.
Curtis, policía de Colorado, resultó herido en un muslo y espera volver a caminar bien, mientras Davis, su pareja, tendrá que vivir con esquirlas de metal en su pierna.
“Nuestras vidas cambiaron para siempre, pero estamos entre los que tuvieron suerte, algunos nunca volverán a casa”, dijo la rubia Robin Davis, quien trabaja para una compañía de seguros.
El domingo, la pareja estaba en su tercer día en el festival y tenía una posición privilegiada, a solo 30 metros del escenario. El hotel Mandalay Bay, de donde vendrían los tiros, estaba a su derecha.
“El último grupo (...) había comenzado a tocar cuando escuché la primera ráfaga”, dice Curtis.
“Soy policía, así que inmediatamente me di cuenta de que ese sonido lo producía un arma. En la segunda ráfaga agarré a Robin y le dije: ‘Nos vamos, esos son disparos’. Supe que los tiros venían desde la derecha, y pensé que el atacante estaba sobre el área VIP”.
Le advirtió a su compañero: “No te vayas a caer o vamos a morir pisoteados”, y trataron de buscar refugio.
En la tercera ráfaga Curtis se cayó, herido en su muslo derecho. “No me puedo parar, toco mi pierna y mi mano está llena de sangre. Volvieron los disparos y estábamos ahí, en el medio, sin protección, esperando no morir”.
Sabe que de haberle afectado la bala la arteria femoral, hubiera muerto en dos minutos. “Supe que no era así porque pasaba el tiempo y no me desmayaba”.
El atacante se detuvo. Robin pidió ayuda, hizo un torniquete sobre la herida con una correa de su salveque, y Curtis fue finalmente llevado por varias personas a un pickup rojo que tenía otros diez heridos que eran trasladados al hospital.
Curtis se salvó gracias a este buen samaritano que hizo tres viajes al hospital para llevar heridos. Desde su habitación del hospital, el agente policial recuerda todos esos momentos: “Sobre todo estoy molesto, porqué (el atacante) hizo eso, nuestras vidas cambiaron para siempre sin ningún motivo”.
“Normalmente, cuando esas cosas pasan, yo corro hacia el lugar de donde vienen los disparos en vez de huir. Y no se supone que deba resultar herido cuando estoy huyendo”.
El nervio de su pierna sufrió daños y no sentía su pie derecho cuando llegó al hospital. “Tengo miedo. Los doctores dicen que recobraré la sensación en mi pie derecho, pero por ahora siento como que me quema”.
Curtis, que ha sido policía por 23 años, ha aprendido a controlar sus emociones, pero dice que desde el domingo “siento la necesidad de hablar de todo esto”.
La masacre de Las Vegas, que provocó la muerte de 58 personas y más de 500 heridos, provocó también el surgimiento de profundas amistades.
El conductor de la pickup quiso saber si ya Curtis había sido dado de alta. Uno de los rescatistas, un policía de Delaware, también preguntó por él.
“Ahora tengo nuevos amigos de por vida”, dice Robin sonriendo. “Esa es la conclusión de esa noche. No vamos a hablar de quien hizo esto sino de quienes ayudaron a otros”.
Curtis, quien este viernes será dado de alta, asegura que “adora Las Vegas”, su ciudad favorita y a donde ha venido “100 veces”. “Veremos si hay una 101″, dice, y cuenta que ya tiene planeado volver con unos amigos el próximo mes de febrero.