Pekín, China
AFP
Servicios sanitarios públicos equipados con Wi-Fi, cajero automático, cargadores para celular y hasta para carros eléctricos funcionan en Beijing.
Sin embargo, a pesar de que hasta da gusto quedarse un buen rato en ellos, estos modernos baños son la excepción en China, que debe acelerar en su “revolución” para limpiar sus notoriamente sucios y malolientes baños públicos.
El presidente chino Xi Jinping ha ordenado terminar con la suciedad en un intento por mejorar la calidad de vida e impulsar el turismo.
Esta “revolución de los baños” fue decretada en el 2015 para hacer de los baños lugares menos desagradables para los turistas. La mayoría son “inodoros turcos”, en los que no existe el papel higiénico.
Xi Jinping insistió en que la renovación de los servicios permitiría mejorar también la vida diaria, sobre todo en las zonas rurales.
El problema de los baños “no es un asunto insignificante”, destacó el jefe de Estado.
A fin de año, China espera haber renovado más de 70.000 baños desde el 2015. Durante el periodo 2018-2020 se instalarán o mejorarán otros 64.000 aseos, según la administración nacional de turismo.
En las zonas rurales del país, los baños se reducen a menudo a simples letrinas sin bomba de evacuación sobre un hueco en el que se acumulan los excrementos.
“Las autoridades son ahora más conscientes del papel importante de los baños” desde el lanzamiento de la revolución, según Xinhua.
“Su mejoría no beneficia solo a la industria turística (...) sino también al nivel global de civilización de la sociedad”.