La esposa del presidente Daniel Ortega, la poeta Rosario Murillo, conocida por sus ropa estilo hippie aspira a consolidar su poder como candidata a la vicepresidencia de Nicaragua en las elecciones del 7 de noviembre.
La pareja será por segunda vez la fórmula presidencial de la alianza “Nicaragua Triunfa” del gobernante Frente Sandinista (FSLN, izquierda), lo que mantendrá a Murillo, de 70 años, como la primera sucesora del mandatario socialista.
Desde 2007 --cuando Ortega retornó al poder tras la revolución que dirigió en los años 80-- Murillo ha sido su única portavoz y desde 2017 su vicepresidenta.
Es la voz, el rostro visible y operativo del gobierno. Acompaña a Ortega, de 75 años, en todas sus apariciones públicas y se comenta que ningún funcionario mueve un dedo sin su autorización.
Informa cumplidamente desde hace 14 años sobre el quehacer del gobierno, el clima, el santoral del día y de tanto en tanto descalifica a los adversarios políticos como “diabólicos”, “terroristas”, “forajidos” y “pacotillas”, entre otras ofensas..
Está presente en todo, desde la coordinación de las jornadas de salud hasta la atención a los afectados por desastres naturales.
El exdiputado Moisés Hassan la describe como “una mujer muy determinada” y “aferrada” a su pensamiento político.
Conoció a Ortega durante la lucha contra la dictadura somocista (1937-1979), y tras años de convivencia contrajeron matrimonio eclesial en 2005.
Papá la adoraba
Murillo nació el 22 de julio de 1951 en Managua. Su madre, Zoilamérica Zambrana Sandino, fue sobrina del general Augusto César Sandino, el héroe antimperialista que da nombre al FSLN.
Su padre Teódulo Murillo, fue un adinerado productor, quien “adoraba a Rosario Murillo por la inteligencia que mostraba” y por su interés por los libros y la poesía, cuenta el escritor Fabián Medina en su libro “El Preso 198”.
Cuando Murillo cumplió 11 años, su padre la mandó a estudiar secretariado -oficio codiciado antes por las mujeres- a Inglaterra y Suiza, donde aprendió inglés y un poco de francés.
Cuando regresó a Nicaragua de vacaciones, su mamá la obligó a casarse con Jorge Narváez, de quien quedó embarazada a los 15 años de su primera hija, Zoilamérica, según Medina.
En 1968 llegó a trabajar al diario La Prensa como secretaria del entonces director Pedro Joaquín Chamorro, un férreo crítico del somocismo asesinado en 1978.
Su esposa Violeta Barrios de Chamorro sería luego la primera mujer en gobernar Nicaragua entre 1990 y 1997.
En el diario La Prensa nació la relación de Murillo con los Chamorro, cuyos hijos Cristiana -una potencial aspirante a la presidencia- y Pedro, están detenidos desde junio junto a una treintena de importantes opositores a Ortega.
Tras divorciarse de su primer marido, con quien tuvo dos hijos, Murillo se casó con el periodista Hanuar Hassan, de cuya relación nació un niño que murió en el terremoto de 1972.
La muerte de su hijo la inspiró a escribir en 1973 sus primeros poemas y publicarlos en la prensa.
En 1969 se integró al FSLN y en los años 70 ayudó a fundar un movimiento llamado Gradas, de artistas opuestos a la dictadura de Somoza.
Más influencia
En 1977 se marchó al exilio -Panamá, Venezuela y Costa Rica- donde conoció a Ortega, con quien regresó a Nicaragua en 1979 con el triunfo de la revolución. Con él tuvo otros siete hijos.
Durante la revolución estuvo al frente de organizaciones de escritores y trabajadores de la cultura.
En sus memorias, el fallecido poeta y sacerdote trapense Ernesto Cardenal cuenta sobre la influencia que Murillo ejercía desde entonces sobre Ortega, y cómo trataba de boicotear su trabajo cuando él era ministro de Cultura.
“Si ella no logra lo que quiere no tiene escrúpulos, igual que Daniel Ortega”, comentó en una ocasión a la AFP la escritora Gioconda Belli, quien fue amiga de Murillo en los 70.
Cuando en 1998 Zoilamérica denunció a Ortega por supuesto abuso sexual, Murillo le dio la espalda y declaró sentirse “avergonzada” de su hija.
“Hubiese entendido que guardara silencio, pero no que se volviera mi principal persecutora”, dijo recientemente Zoilamérica en una entrevista con AFP en Costa Rica, donde vive exiliada.
Estilo propio
Murillo ha marcado su propio estilo en el gobierno con sus trajes estilo hippie, aretes de diferentes colores y formas que sobresalen bajo su ondulada cabellera negra y las excesivas pulseras y collares y anillos de piedra en sus manos.
Decora los actos oficiales con llamativas flores multicolores, entre los se distingue el fucsia, signo de espiritualidad.
Sus gustos han originado rumores entre los nicaragüenses sobre sus supuestas creencias esotéricas. Su antigua amiga Belli la retrata como una mujer “supersticiosa”.