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Revelan las últimas palabras de Benedicto XVI antes de morir

El papa emérito falleció este sábado y el Vaticano también reveló su testamento espiritual

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“Jesus, ich liebe dich” (Jesús, te amo”, en alemán). Esas fueron las últimas palabras que pronunció Benedicto XVI, papa emérito, antes de morir.

El deceso del alemán (papa entre 2005-2013) ocurrió la mañana del sábado, en su habitación del primer piso del Monasterio Mater Ecclesiae, ubicado en los Jardines del Vaticano.

El Vaticano dio a conocer las primeras imágenes de la capilla ardiente de Benedicto XVI. Foto: Vaticano (HANDOUT/AFP)

Entonces el arzobispo Georg Ganswein, secretario privado de Benedicto, enseguida llamó por teléfono al papa Francisco para avisarle del fallecimiento. Y diez minutos después, el exarzobispo de Buenos Aires fue el primero en llegar hasta su lecho de muerte para darle una bendición final y rezar en silencio junto a su cuerpo ya sin vida.

Francisco, que había sido quien el miércoles pasado le había anunciado al mundo que su predecesor, de 95 años, estaba grave, también saludó y les dio el pésame a quienes estuvieron al lado del papa emérito hasta el final.

Al margen de Ganswein, estaban los dos médicos del papa emérito, las cuatro mujeres consagradas del grupo Memores Domini (Carmela, Loredana, Cristina y Rossella), sor Birgit Wansing, su secretaria alemana y dos enfermeros.

En un clima de gran pesar, el papa Francisco enseguida quiso que la noticia se supiera a la brevedad, por lo que el arzobispo Gaswein llamó por teléfono al director de la Sala de Prensa, Matteo Bruni.

El papa Francisco, que siempre se llevó bien con su predecesor, también había ido a visitarlo el miércoles pasado, cuando ocurrió el agravamiento de su ya delicado estado.

El alemán fue papa entre el 2005 y el 2013. AFP (ALBERTO PIZZOLI/AFP)

Testamento espiritual

El Vaticano difundió, en tanto, un “testamento espiritual” que Benedicto escribió el 29 de agosto de 2006, después de haber cumplido su primer año de pontificado. Escrito en alemán, Joseph Ratzinger enumera todos las razones que tiene para agradecer, pide perdón por sus pecados y lanza un llamado a todos los fieles a seguir firmes en la fe.

“Agradezco ante todo a Dios mismo, el dispensador de cada buen don, que me ha donado la vida y me ha guiado a través de varios momentos de confusión, volviéndome a levantar cada vez que empezaba a patinar y donándome siempre de nuevo la luz de su rostro”, escribió. “Retrospectivamente veo y entiendo que también los momentos oscuros y fatigosos de este camino han sido para mi salvación que justamente en ellos Él me ha guiado bien”, agregó.

Benedicto agradeció luego a sus padres, “que me han donado la vida en un tiempo difícil”, aludiendo, sin mencionar a los terribles momentos posteriores a la Primera Guerra Mundial y luego, el ascenso del nazismo.

Benedicto y Francisco tuvieron muy buena relación. (HANDOUT/AFP)

“La lúcida fe de mi padre nos enseñó a nosotros los hijos a creer, la profunda devoción y gran bondad de mi madre representan la herencia por la que nunca podré agradecer lo suficiente”, agregó.

Mencionó asimismo a su hermana María que lo asistió durante décadas “desinteresadamente”, y a su hermano mayor, Georg, también sacerdote, que “con la lucidez de sus juicios, su vigorosa determinación y la serenidad del corazón, siempre me allanó el camino”.

“De corazón”, también agradeció a Dios por los muchos amigos y amigas, hombres y mujeres, que Dios le puso a su lado, colaboradores de todas las etaoas, maestros y alumnos; a su madre patria, Alemania y a su gente. “Rezo para que nuestra tierra siga siendo una tierra de fe y les ruego, queridos compatriotas: no se dejen desviar de la fe “, pidió.

Como no podía ser de otra manera, ya que vivió la mayor parte de su vida en Roma y en Italia, también tuvo palabras de agradecimiento para lo que consideró que se volvió su “segunda patria”.

Luego pidió perdón, “de corazón”, a todos los que pudo haber ofendido. Y, como hizo con sus compatriotas, lanzó un pedido “a todos los que en la Iglesia fueron encomendados a mi servicio”: “¡sigan firmes en la fe! ¡No se dejen confundir!”.

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