Durante gran parte de la pandemia, uno de los síntomas más característicos del covid-19 fue la pérdida del olfato.
La manifestación, un tanto inusual en infecciones respiratorias, despertó el interés de la ciencia por entender cómo el nuevo coronavirus provoca el efecto en los sentidos.
Ahora, investigadores de las universidades de Duke, Harvard y California, todas en Estados Unidos, han desentrañado un mecanismo detrás del problema, incluso cuando perdura después de la infección, en el llamado covid largo.
En un estudio publicado esta semana en la revista científica Science Translational Medicine, los científicos detallan una reacción inmune continua en el epitelio olfativo, la región ubicada en los conductos nasales responsable de identificar los olores.
Como consecuencia, este proceso llevó a una disminución de las neuronas sensoriales olfatorias, células presentes en el sitio, lo que altera la capacidad de oler.
Los investigadores explican que algunos trabajos previos que involucraron autopsias de pacientes que fallecieron por covid-19, ya habían indicado daño en la región del epitelio, pero este fue el primer estudio que evaluó este impacto a largo plazo, en individuos que permanecieron con la pérdida olfativa incluso después de la enfermedad.
“Uno de los primeros síntomas normalmente asociados con la infección por covid-19 es la pérdida del olfato. Afortunadamente, muchas personas que tienen un sentido del olfato alterado durante la fase aguda de la infección viral recuperan el sentido del olfato en las próximas una o dos semanas, pero algunos no.
“Necesitamos comprender mejor por qué este subconjunto de personas tendrá una pérdida persistente del olfato durante meses o años después de haber sido infectado con Sars-CoV-2″, explica el profesor del departamento de Neurobiología de la Universidad de Duke, autor del estudio Bradley Goldstein, en un comunicado.
Para ello, los científicos recogieron muestras del epitelio olfativo a través de 24 biopsias de pacientes contaminados por Sars-CoV-2, incluidos nueve participantes que padecían el problema de forma persistente tras la infección, y luego analizaron el material para investigar los cambios que llevaron al síntoma.
Encontraron una infiltración generalizada de células T que provocaba una respuesta inflamatoria en el epitelio.
Los resultados indicaron que este proceso de inflamación continuaba incluso después de que el virus ya había sido eliminado del cuerpo, ya que no se encontraron materiales genéticos del virus patógeno en las células T, también llamadas linfocitos T, que son inducidas por el sistema inmunologico como parte de las defensas contra el virus. Por lo tanto, son esenciales para combatir el virus y sus formas graves.
Sin embargo, cuando esta respuesta inmune es exagerada y continua, desencadena procesos inflamatorios en el organismo que pueden ser dañinos.
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Esta reacción en la región del epitelio olfativo, observaron los científicos, provocó una disminución en el número de neuronas sensoriales olfativas, células responsables de identificar los olores.
“Los hallazgos son sorprendentes. Es casi similar a una especie de proceso autoinmune en la nariz”, dice Goldstein.
Aunque el estudio se centró en el síntoma de la pérdida del olfato, los investigadores aún creen que los hallazgos pueden ayudar a dilucidar el síndrome de covid prolongado en su conjunto, considerando que la fatiga, la pérdida de aire y la “niebla mental” asociadas con la afección también pueden ser consecuencia de los mismos mecanismos biológicos inflamatorios.
“Tenemos la esperanza de que la modulación de la respuesta inmune anormal o los procesos de reparación en la nariz de estos pacientes puedan ayudar a restaurar, al menos parcialmente, el sentido del olfato”, dice el profesor de la Universidad de Duke, y agrega que este trabajo está en curso en su laboratorio.