El viernes 22 de octubre falleció el pastor Huber Carlos Rodrigues, del municipio de Goiatuba, en Brasil.
Tres días después llegaron un montón de sus seguidores a la funeraria donde se encontraba el cuerpo del hombre para verlo resucitar. Creían que lo haría porque en el 2008, el pastor había firmado un documento en el que prometía volver a la vida tres días después de fallecer.
Afirmaba que sería un acto religioso en el que, según él, Dios actuaría para que su cuerpo y su mente no se descompusieran, como sucede (y ha sucedido siempre) con los mortales.
“Incluso después de confirmar mi muerte, el Espíritu Santo me revela que estará expresamente prohibido que los médicos o cualquier otra persona toque mi cerebro o mi cuerpo físico.
“Mi integridad física tiene que ser preservada por completo, ya que estaré muerto por tres días, y al tercer día, resucitaré. Mi cuerpo durante los tres días no tendrá mal olor ni se descompondrá porque Dios mismo habrá preparado mi carne y mi cerebro para pasar por esta experiencia”, afirmaba el líder religioso en dicho documento.
Les quedó mal
Con esto en mente, y después de la muerte del pastor --cuyo cuerpo estuvo tres días en un refrigerador de la funeraria-- sus feligreses se agruparon a las puertas de la funeraria, en la noche del lunes hasta la madrugada de aquel martes 26 de octubre, esperando que Rodrigues cumpliera su promesa.
Sin embargo, las horas pasaban y nada que el hombre volvía a la vida, así que el cuerpo fue trasladado en un carro fúnebre para velarlo y enterrarlo lo antes posible. Ya llevaba 72 horas muerto...
La familia del difunto había hecho todo lo posible por posponer su entierro durante estos tres días, asegurando a las autoridades que él volvería a la vida en la noche del lunes 25 de octubre.
Según el sitio de noticias brasileño Metrópoles, Rodrigues murió por complicaciones cardiorrespiratorias .
El medio destacó que, de acuerdo con la hora del deceso, el pastor volvería a la vida a las 11:30 p.m. del lunes 25. Pero quedó muy mal, no hubo ninguna resurrección y Rodrigues no pudo “dar testimonio de la luz” de Dios con el prometido milagro.
Ana María de Oliveira Rodrigues, pareja del pastor, llevaba junto a él más de 20 años y tenía la esperanza de que resucitara, así que impidió que lo enterraran al día siguiente de que murió, como manda la ley brasileña por temas de seguridad sanitaria.