Charlie Gard, el bebé británico afectado de una rara enfermedad genética, ya falleció.
Murió a una semana de cumplir su primer año de vida. “Nuestro maravilloso chico se ha ido, estamos tan orgullosos de ti, Charlie”, dijo Connie Yates, la madre del bebé, después de que los médicos le retiraran la asistencia respiratoria que lo mantenía en vida.
Los padres de Charlie Gard pasaron sus últimas horas junto a su hijo.
El bebé fue trasladado del hospital londinense de Great Ormond Street hacia una unidad de cuidados paliativos para terminar sus días.
“El hospital rechazó nuestro último deseo”, dijo Connie Yates luego de que la Alta Corte de Justicia le rechazara el jueves un plazo adicional antes de detener la asistencia respiratoria.
“Queríamos solo estar en paz con nuestro hijo, sin hospital, sin abogado, sin prensa. Solo un momento privilegiado con Charlie, lejos de todo el resto, para decirle adiós con todo el amor posible”, declaró en un comunicado.
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El hospital indicó por su parte que los médicos habían “intentado absolutamente todo” para responder a las demandas de los padres, pero subrayó que tomar “el riesgo de que Charlie termine de manera imprevista y caótica es un resultado impensable para todas las personas involucradas, que dejarían a los padres sin los últimos instantes con él”.
Charlie sufre una extraña enfermedad, el síndrome de depleción del ADN mitocondrial, lo que causa debilidad muscular progresiva en el corazón y otros órganos clave, necesitando un aparato respirador al no poder realizar la función por sí mismo.
Durante cinco meses el matrimonio libró una larga batalla legal para que le permitieran sacar a su hijo del hospital y trasladarlo a Estados Unidos para recibir un tratamiento experimental, pero perdió sus apelaciones ante tribunales británicos y el Tribunal Europeo de Derechos Humanos, en Estrasburgo.
La movilización de la pareja recibió el apoyo del papa Francisco y del presidente estadounidense Donald Trump, así como el de los círculos católicos británicos.
Finalmente, el lunes los padres abandonaron su batalla, admitiendo uno de sus abogados que “el tiempo se había agotado”, y tomaron su decisión después de ver los últimos escáneres cerebrales practicados al bebé.
Su pedido para trasladarlo a su domicilio fue luego rechazado. Los médicos argumentaron que no podían proporcionarle al bebé cuidados ininterrumpidos en la casa de sus padres y que “el aparato respiratorio no entraría por la puerta principal” de la misma.
Se pusieron entonces de acuerdo con el hospital para que Charlie fuese transferido a un centro especializado.