Antes de morir, hace varios años, María tomó una decisión muy importante. Se replanteó su futuro después de recibir el diagnóstico de una enfermedad terminal y advirtió su deseo de ser madre.
María, que tenía menos de 30 años, fue a una clínica de fertilidad, en la que, tras ser orientada por expertos, optó por la criopreservación, técnica mediante la cual los óvulos son congelados y preservados para ser recuperados y usados en un futuro.
María falleció y sus óvulos quedaron congelados hasta que el año pasado sus padres quisieron retomar el interés de ella por la maternidad.
“Queremos cumplir el deseo de mi hija de tener un hijo propio”, dijo José (seudónimo), quien pidió no ser identificado, ya que la criatura aún está en desarrollo.
Años después de la muerte de María, una joven ajena a esta familia accedió a someterse al proceso de maternidad subrogada prestando su vientre para el desarrollo del bebé, el cual se logró fecundando los óvulos congelados de María con espermatozoides donados.
Y, con siete semanas de gestación, este es el primer caso en Puerto Rico, América Latina y posiblemente en Estados Unidos de un embarazo logrado con óvulos congelados de una mujer ya fallecida, dijo la doctora Rosa Ileana Cruz Burgos, especialista en endocrinología reproductiva.
Ella está atendiendo el caso, que cobra una particularidad adicional pues quienes criarán al bebé serán sus abuelos.
No es una vida por otra
Según la doctora, en el campo médico no había problemas, ya se han realizado otros de óvulos congelados fecundados con espermatozoides donados, pero no de óvulos congelados de una mujer ya fallecida.
En 2015, Cruz Burgos trabajó el primer caso en Puerto Rico de una mujer que quedó embarazada con óvulos congelados de una donante anónima.
“El asunto aquí era lo legal y lo sicológico. Por eso, lo primero que les dije (a los abuelos que también serán padres de la criatura) fue: ‘Aquí no vamos a sustituir una vida por otra’”, sostuvo.
Fue el año pasado cuando los padres de María fueron a la oficina de Cruz Burgos para discutir la posibilidad de recuperar y utilizar los óvulos congelados de María.
“No solo era la evaluación médica, sino la búsqueda de un útero anfitrión, un donante de espermatozoides, el aspecto sicológico y la evaluación legal”, indicó la experta.
Entre las consideraciones sicológicas mencionó la importancia de que los padres de María comprendieran las dimensiones del proceso.
“Tenemos que entender que la persona fallecida ya no está. También, que el proceso (de reproducción asistida) no es cien por ciento efectivo. Es importante cerrar capítulos y completar el duelo, así como prepararse para el fracaso y éxito (del proceso)”, señaló.
Todo legal
Tras las evaluaciones pertinentes, se procedió a transportar los óvulos congelados de María hasta la oficina de Cruz Burgos, ya que la mujer se había hecho el procedimiento en otra clínica de fertilidad local. También se logró que se le otorgara la custodia legal de los óvulos a los padres de la joven fallecida.
De 12 óvulos congelados, se procedió a fertilizar la mitad y se logró un embrión viable que se congeló. Meses después, se fertilizaron los otros óvulos, logrando otro embrión que es el que se desarrolla ahora.
En ambos casos se recurrió a la fertilización por micromanipulación, técnica que consiste en inseminar un óvulo mediante la microinyección de un espermatozoide.
Afortunadamente, (el proceso) fue exitoso.
Por su parte, José y su familia inmediata se encuentran “emocionados, esperanzados y ansiosos de que llegue el momento del nacimiento”, pautado para los primeros meses de 2020.
“Estamos contentos. Se han vencido tantos obstáculos. Estamos entusiasmados de que exista la ciencia para este logro. Independientemente de que seamos los primeros o no, nos tocó por destino. Ahora solo estamos felices y satisfechos de poder lograr los deseos de mi hija”, manifestó.
El otro embrión congelado logrado con óvulos congelados de María permanece almacenado.