Japón tiene previsto destinar 1.700 millones de yenes (12 millones de dólares) para el funeral de Estado del exprimer ministro Shinzo Abe, asesinado en julio.
Abe fue asesinado en una actividad electoral en julio y el gobierno prevé que decenas de gobernantes y exgobernantes acudan al servicio fúnebre del 27 de setiembre en Tokio.
Pero encuestas recientes indican que cerca de la mitad de los votantes japoneses se oponen al evento con plata de los contribuyentes.
El funeral se realizará en el Nippon Budokan de Tokio, que suele ser utilizado para conciertos y eventos deportivos.
El primer ministro Fumio Kishida dijo que los logros locales e internacionales de Abe, el primer ministro más longevo del país, hacen apropiado un funeral de Estado.
Tales funerales para líderes retirados son raros en Japón. Una encuesta realizada el fin de semana y publicada el lunes por el diario Yomiuri Shimbun reveló que 56% de los consultados se oponen al evento y 38% lo apoyan.
Algunos críticos se oponen a gastar dinero público para honrar a un político, mientras otros consideran que un funeral de Estado minimiza las opiniones nacionalistas de Abe y su supuesto amiguismo.
Tetsuya Yamagami, acusado de matar a Abe y actualmente preso, habría atacado al exgobernante por creer que tenía vínculos con la Iglesia de la Unificación.
La madre de Yamagami habría hecho grandes donaciones a la iglesia, lo que según su hijo causó dificultades financieras a la familia.
Tras la muerte de Abe se realizó un pequeño funeral privado en Tokio, y miles de personas llegaron a dejar flores y a ofrecer sus respetos.