Cuando Rosa Sabido entró a la iglesia hace 1.000 días para no ser deportada, pensaba que estaría allí quizás unas semanas, pero jamás tanto tiempo.
Pero Sabido cumple ahora 1.000 días en la Mancos United Methodist Church, y asegura que no cederá en su lucha y que seguirá en los alrededores de la iglesia en un “exilio” autoimpuesto.
La decisión ha atraído la atención de la prensa nacional e internacional, ante la cual la autoproclamada “ermitaña” ha aprovechado para defender su causa y la de los inmigrantes en Estados Unidos.
“Si gente como yo no alza la voz, si no defendemos a los demás, nada cambiará”, declaró Sabido, quien es residente del condado Montezuma desde hace 32 años.
En ocasión de los 1.000 días en la iglesia, un grupo de partidarios llamado “Rosa Belongs Here” (“Rosa Pertenece Aquí) realizará una vigilia y le enviará una petición al representante Scott Tipton, a su oficina en Durango. La petición, que contiene 2.712 firmas, le pide a Tipton patrocinar una ley que permita a Sabido trabajar en el país y eventualmente obtener permiso de quedarse.
Sabido, quien trabajaba como secretaria de una iglesia, previamente era renuente a dar su número telefónico, pero su deseo de luchar por los derechos de los inmigrantes la llevó a compartir su historia con numerosos medios de prensa, entre ellos la BBC, The Washington Post, Reuters, Univision y The Los Angeles Times.
Sabido, ciudadana mexicana, lleva décadas tratando de obtener la residencia legal en Estados Unidos luego de mudarse al pueblo de Cortez con su madre, cuando tenía 23 años.
“Hice todo lo correcto”, aseveró.
Tiene en la iglesia una torre de varios metros de documentos relativos a su caso judicial que se remonta 10 años atrás. Tras agotar todas las vías migratorias legales, su suerte recae en la posibilidad de que un legislador introduzca una propuesta de ley, y que esta sea aprobada por el Congreso.
“Creo que tengo el derecho de permanecer aquí y deseo luchar hasta el final”, declaró.
Sabido también desea permanecer en el condado Montezuma para ayudar a cuidar al nieto de su hermano, que tiene 14 años y que tuvo que quedarse con la madre y el padrastro de Sabido cuando su familia tuvo que regresar a México.
“Siento como que soy un ancla... la única persona de la familia a este lado de la frontera que puede atenderlo y cuidarlo”, expresó.
La vida en la iglesia es a veces surrealista. Sabido tiene el tiempo desocupado, así que pasa horas frente a la computadora. A veces se deprime, pensando que se está perdiendo las grandes ocasiones de su familia, como cuando no pudo asistir al funeral de su madre.
“Me siento como que estoy muerta, como si hubiera desaparecido de la faz de la Tierra”, expresó.
También tiene otras actividades como aprender a cocinar, bordar, coser y tocar percusión con grupos que vienen a visitarla a la iglesia. Para ella, es una oportunidad de aprender nuevas aptitudes mientras pasa el tiempo, esperando que se resuelva su caso.