En el 2015, el doctor James Hamblin, profesor de medicina preventiva en Yale y periodista de The Atlantic, tomó la decisión de dejar de ducharse. Un año después, escribió “I Quit Showering, and Life Continued” (Dejé de ducharme y la vida continuó), cuestionando la necesidad de dedicar tanto tiempo y recursos al baño diario.
En el 2020, Hamblin le reveló a ‘BBC Mundo’ que a pesar de no ducharse en años se encontraba bastante bien. En ese año publicó “You’re Showering Too Much” (Te estás duchando demasiado) y su libro “Clean: The New Science of Skin and the Beauty of Doing Less” (Limpio: la nueva ciencia de la piel y la belleza de hacer menos), resultado de cinco años de investigación.
Todo inicio en el 2015, cuando tomó la decisión de reducir gradualmente el uso de jabón, champú y desodorante. En ese momento, notó que su cuerpo se adaptó, produciendo menos grasa y mal olor.
“Muchas personas usan champú para eliminar los aceites del cabello y después se aplican un acondicionador para colocar aceites sintéticos. Si logras romper ese círculo, tu cabello terminará viéndose de la manera que era cuando empezaste a usar esos productos. Pero lo principal es entender que toma tiempo (ver el efecto), no sucede de la noche a la mañana, no es inmediato”, comentó en el medio anteriormente mencionado.
Asimismo, en la ‘BBC’ afirmó que al dejar de usar productos agresivos, el equilibrio bacteriano en su piel se restableció, resultando en menos olor corporal.
En su artículo de 2016, Hamblin explicó que el mal olor corporal es causado por bacterias que viven en la piel y se alimentan de las secreciones aceitosas. Al bañarse excesivamente, según dice, se altera el equilibrio natural de estas bacterias, favoreciendo el crecimiento de microbios que producen mal olor. Con el tiempo, el cuerpo regula estas bacterias, alcanzando un equilibrio donde el olor corporal disminuye.
“Tu ecosistema llega a un estado estable y dejas de oler mal. No hueles como agua de rosas, simplemente hueles como una persona”, afirmó.
Hamblin entrevistó a especialistas en dermatología, inmunología y microbiología, visitó fábricas de jabones y laboratorios, y exploró la historia de los hábitos de higiene. Concluyó que ducharse diariamente con productos químicos es un concepto moderno, impulsado por la industria de cuidado personal, y no una necesidad biológica.
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“Es un acontecimiento muy nuevo en la historia de la humanidad: que tengamos que gastar tanto tiempo, dinero y recursos en bañarnos y si eso se combina con el conocimiento que tenemos sobre el microbioma de la piel. Me da curiosidad pensar que quizás estamos haciendo demasiado y podría ser beneficioso recortar”, contó.
Hamblin destaca que la piel es un órgano inmunitario clave y que los microbios en nuestra piel son esenciales para nuestra salud. Al lavarnos excesivamente, alteramos estas poblaciones microbianas, lo que puede tener consecuencias desconocidas para nuestra salud. Sin embargo, hace una excepción con el lavado de manos, que considera crucial para prevenir infecciones.