Cincuenta años después del último vuelo Apolo, Estados Unidos está a las puertas de lanzar la primera misión de Artemis, su nuevo programa para regresar a la Luna. Pero, ¿por qué repetir lo que ya se hizo?
Las críticas aumentaron en los últimos años, por ejemplo, de parte de Michael Collins, miembro del Apolo 11, la primera misión tripulada a la Luna, quien acusó a la NASA de no pensar lo suficientemente en grande al no apuntar directamente a Marte.
La misión Artemis 1 de la Nasa está previsto que dure 25 días y medio si despega el miércoles. El viaje sin tripulación, en el que se sobrevolará la Luna, es un ensayo para enviar de nuevo astronautas al satélite.
Pero para la agencia espacial estadounidense, la Luna es imprescindible antes de un viaje al planeta rojo. Estos son sus principales argumentos:
Probar equipos nuevos
La NASA quiere probar en la Luna las tecnologías que usaría en Marte.
En efecto, debe poner a prueba los nuevos trajes para caminatas espaciales, cuyo diseño fue confiado a la empresa Axiom Space para la primera misión que tocaría suelo lunar en 2025.
Otras necesidades incluyen vehículos para el desplazamiento de los astronautas, así como viviendas.
Finalmente, para el acceso sostenible a una fuente de energía, la NASA está trabajando en el desarrollo de sistemas portátiles de fisión nuclear.
Resolver cualquier eventual problema será mucho más fácil en la Luna, a solo unos días de distancia de la Tierra, que en Marte, al que se tarda varios meses en llegar.
Aprender a vivir lejos de la Tierra
La NASA quiere establecer una presencia humana sostenible en la Luna, con misiones que duren varias semanas y no unos pocos días como en el programa Apolo. El objetivo: comprender mejor cómo vivir y trabajar en el espacio profundo.
La radiación espacial representa una amenaza real para la salud, y es más intensa en la Luna que en la Estación Espacial Internacional (ISS), situada mil veces más cerca de la Tierra y, por tanto, todavía parcialmente protegida por su campo magnético.
Desde la primera misión Artemis, se planean experimentos para estudiar el impacto de esta radiación en los organismos vivos, y para evaluar la eficacia de una chaqueta antirradiación.
Además, la NASA quiere aprender a utilizar los recursos disponibles en el lugar. En concreto, aprovechar el agua en forma de hielo, cuya existencia se ha confirmado en el Polo Sur de la Luna, y que podría transformarse en combustible (el agua está formada por oxígeno e hidrógeno, que utilizan los cohetes).
Esta estrategia podría permitirle a la NASA no tener que transportarlo todo, y así reducir costos.
Una escala en el viaje a Marte
El programa Artemis también incluye la construcción de una estación espacial en órbita alrededor de la Luna, llamada Gateway, que servirá como escala en el viaje a Marte.
Todo el equipo necesario puede ser enviado en “varios lanzamientos”, antes de que finalmente llegue la tripulación para partir al planeta rojo, explicó Sean Fuller, responsable del programa Gateway.
Un poco como “ir a la gasolinera” antes de emprender un viaje, apuntó.
No ser superado por China
Aparte de la meta de ir a Marte, otra razón que tienen los estadounidenses para asentarse en la Luna es hacerlo antes que China.
En la década de 1960, cuando se inició el sueño de llegar a la Luna, la carrera espacial se desarrollaba entre Estados Unidos y Rusia. Pero hoy el gran competidor es Pekín.
China planea enviar humanos a la Luna para 2030.
“No queremos que China vaya allí y diga ‘Este es nuestro territorio’”, dijo el jefe de la NASA, Bill Nelson, en una entrevista en televisión a finales de agosto.
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Ampliar el conocimiento científico
Finalmente, si bien las misiones Apolo trajeron a la Tierra cerca de 400 kilogramos de roca lunar, nuevas muestras permitirán profundizar aún más en el conocimiento del único satélite natural terrestre y su formación.
“Las muestras que recolectamos durante las misiones Apolo cambiaron la forma en que vemos nuestro sistema solar”, dijo la astronauta Jessica Meir. “Y eso continuará con Artemis”.
Gracias a las inversiones y al entusiasmo científico que generan estas nuevas misiones, Meir también anticipa beneficios concretos en la Tierra (tecnologías, ingeniería, etc.), como en la época de Apolo.