Rusia anunció el sábado que recurrió a armas hipersónicas en la intensificación de su ofensiva contra Ucrania, donde miles de personas están atrapadas en ciudades asediadas y devastadas por los bombardeos.
El ministerio de Defensa ruso indicó que la víspera había usado por primera vez misiles hipersónicos para destruir un depósito subterráneo de armas en el oeste de Ucrania. Esos misiles, según Moscú, desafían todos los sistemas de defensa antiaérea y los calificaron como “invencibles”, “hipersónicos”, de alcance ilimitado o invisibles al radar, fueron presentados hace cuatro años por Vladimir Putin.
El misil utilizado este viernes es el llamado Kinjal (daga en ruso) este tipo de misiles, muy manejables, pueden sortear a los sistemas de defensa antiaérea, según Moscú. Durante las pruebas, alcanzaron todos sus objetivos a una distancia de hasta 1.000 a 2.000 km. Equipan los aviones de guerra MiG-31.
Según los expertos, el uso de armamento hipersónico en Ucrania no tiene precedentes.
Rusia tiene otras armas hipersónicas como Avangard (“vanguardia” en ruso) que es capaz de cambiar de rumbo y altitud a velocidades muy altas, lo que la hace “prácticamente invencibles” según Putin, quien compara el avance científico y militar de su desarrollo “con la creación del primer satélite artificial de la Tierra”, el famoso Sputnik.
Probada con éxito en diciembre de 2018, su velocidad alcanzó “Mach 27″, o 27 veces la velocidad del sonido, y golpeó un objetivo ubicado a unos 6.000 km de distancia, según el ministerio de Defensa ruso. Esos misiles fueron puestos en servicio en diciembre de 2019.
O Sarmat que es un misil balístico pesado intercontinental de quinta generación que evade las defensas antimisiles.
Con un peso de más de 200 toneladas, es más eficiente que su predecesor --el misil Voevoda con un alcance de 11.000 km-- y “prácticamente no tiene límites en términos de alcance”, según Putin, que asegura que sirve incluso para “apuntar a objetivos atravesando tanto el polo norte como el polo sur”.
Decenas de cuerpos entre los escombros
El ministerio de Defensa ruso informó de la destrucción de centros de radio e inteligencia ucranianos en las afueras de Odesa, en Velikodolinske y Veliki Dalnik.
Ucrania admitió que había perdido “temporalmente” el acceso al mar de Azov, si bien Rusia controla de facto toda la costa desde principios de marzo y mantienen el cerco a la estratégica ciudad portuaria de Mariúpol.
Según un asesor del ministerio del Interior ucraniano, Vadim Denisenko, la situación es “catastrófica” en esa metrópolis. “Se está luchando por Azovstal”, una gran fábrica de acero en las afueras de la ciudad. “Una de las acerías más grandes de Europa se está arruinando de facto”, lamentó.
Las autoridades ucranianas acusaron a la fuerza aérea rusa de bombardear “deliberadamente” el teatro de Mariúpol el miércoles, lo que Rusia ha negado. En un refugio antiaéreo bajo este edificio se encontraban “más de mil” personas, principalmente “mujeres, niños y ancianos”, según informó el ayuntamiento.
Zelenski dijo el viernes que se había rescatado de los escombros a más de 130 supervivientes y precisó que “continúan las operaciones”.
Las familias que han podido huir de la ciudad explicaron que los cadáveres yacían durante días en las calles. “Ya no es Mariúpol, es un infierno”, dijo Tamara Kavunenko, de 58 años.
El ejército ruso aseguró el viernes que había logrado entrar y combatir en el centro de la ciudad junto a milicias de la “república” separatista prorrusa de Donetsk (en el este de Ucrania).
Las fuerzas rusas también llevaron a cabo el viernes un ataque aéreo en Mikolaiv (sur), matando a decenas de jóvenes oficiales ucranianos en el cuartel general de su brigada.
“No menos de 200 soldados dormían en el cuartel” en el momento del ataque, dijo a la AFP un militar ucraniano en el terreno, Maxim, de 22 años. “Se han recuperado al menos 50 cuerpos, pero no sabemos cuántos están entre los escombros”, agregó.
Según Zelenski, gracias a los corredores humanitarios establecidos en el país, más de 180.000 ucranianos han podido escapar de los combates, incluidas más de 9.000 personas de Mariúpol.
Desde el 24 de febrero, más de 3,2 millones de ucranianos han emprendido el camino del exilio, casi dos tercios de ellos a Polonia, a veces solo una etapa antes de continuar su éxodo.
Según un recuento del 18 de marzo del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos (ACNUR), al menos 816 civiles han muerto en el país y más de 1.333 han resultado heridos, si bien el organismo cree que el balance real es mucho más alto.