El capo Matteo Messina Denaro, fallecido el lunes a los 61 años en Italia, fue un asesino despiadado que pasó 30 años prófugo tras una campaña de violencia que contribuyó a forjar la sangrienta reputación de la mafia siciliana.
“Con la gente que he matado yo mismo, podría llenar un cementerio”, se jactaba, una afirmación imposible de confirmar, pero que habla de la leyenda que lo rodeaba.
Messina Denaro ayudó a sembrar el terror en nombre de la Cosa Nostra y, a lo largo de los años, fue condenado a seis cadenas perpetuas, entre ellas por su participación en el asesinato del juez antimafia Giovanni Falcone en 1992 y en atentados mortales en Roma, Florencia y Milán en 1993.
Era un leal lugarteniente de Salvatore “La Bestia” Riina, líder del clan Corleonesi inmortalizado en las películas de “El Padrino”, y quien murió en la cárcel en 2017.
Messina Denaro tenía su cuartel general en la provincia de Trapani, al oeste de Sicilia, pero su influencia llegaba hasta la capital regional, Palermo, en el momento de su detención, el 16 de enero de 2023.
Llevaba fugado desde 1993, huyendo de lo que se convertiría en una represión de décadas por parte del Estado italiano que erosionaría drásticamente el poder de la Cosa Nostra.
La Policía dio finalmente con él cuando visitaba una clínica de Palermo para recibir tratamiento contra el cáncer.
En aquella época, el periodista antimafia Roberto Saviano declaró a la AFP que era “el rey... el último de los asesinos en masa, el hombre que llevó a cabo las violentas masacres de la Cosa Nostra”.
Despiadado
Aficionado a los relojes Rolex y a la ropa de marca, a los cómics y a los videojuegos, Messina Denaro tenía fama de “playboy” y una vez apareció en la portada de una revista italiana con gafas oscuras y aspecto de estrella de rock.
Tras su detención se encontraron entre sus pertenencias recuerdos de la película “El Padrino”, incluido un imán en el que aparecía un jefe de la mafia con traje y las palabras “El Padrino, ese soy yo”.
Pero sus crímenes fueron horribles y la lista de sus víctimas larga, entre ellas un niño cuyo cuerpo disolvió en ácido y una mujer embarazada.
Nacido el 26 de abril de 1962 en Castelvetrano, en el suroeste de Sicilia, Messina Denaro creció en el corazón del crimen organizado.
Su padre, Don Ciccio, era el jefe del clan local y su padrino también era miembro de la mafia.
Los primeros encontronazos de Messina Denaro con la ley empezaron en 1989, cuando participó en una sangrienta lucha entre dos clanes.
En 1992, formó parte de un grupo enviado a Roma por Riina para intentar matar a Falcone. Fueron retirados cuando el jefe de la mafia se decidió por otro enfoque.
Finalmente, Falcone fue asesinado con un coche bomba cerca de Palermo el 23 de mayo de 1992, crimen por el que Messina Denaro fue condenado en 2020 en ausencia a cadena perpetua.
Otros crímenes le señalaron como especialmente despiadado, incluso para los estándares de la mafia.
En julio de 1992, tras participar en el asesinato de Vincenzo Milazzo, jefe del clan rival de los Alcamo, estranguló a la pareja de Milazzo, embarazada de tres meses.
Tras la detención de Riina en enero de 1993, Messina Denaro prosiguió su estrategia de terror total, prestando apoyo logístico a atentados con bomba en Florencia, Milán y Roma, que causaron 10 muertos y un centenar de heridos.
En noviembre de 1993, según declaró posteriormente un tribunal, fue uno de los organizadores del secuestro de Giuseppe Di Matteo, que entonces tenía 12 años y cuyo padre había testificado sobre el asesinato de Falcone.
El niño fue retenido durante 779 días antes de ser estrangulado y su cuerpo disuelto en ácido.
“Protegido”
Messina Denaro había desaparecido de la escena pública en el verano de 1993, pero en años posteriores, las declaraciones de delatores arrojaron algo de luz sobre sus actividades.
En 2000, tras un megaproceso contra la mafia siciliana en Trapani, fue condenado en ausencia a cadena perpetua por asesinato y asociación mafiosa.
Durante sus décadas como hombre buscado, Messina Denaro gestionó sus asuntos comunicándose mediante el sistema “pizzini”, en el que los mensajes se dejaban en pequeños trozos de papel.
Tenía numerosas fuentes de ingresos, desde el tráfico de drogas al juego, tanto en Italia como en el extranjero.
En 2015, Teresa Principato, fiscal italiana que le seguía la pista, declaró que las autoridades habían confirmado su presencia en Brasil, España, Reino Unido y Austria.
Dijo que probablemente había eludido la captura durante tanto tiempo porque estaba protegido “a un nivel muy alto”, sin decir si se trataba de la mafia, políticos o instituciones.