El primer ministro británico, Boris Johnson cayó muy mal este miércoles al anunciar nuevas restricciones contra la variante ómicron del coronavirus al tiempo que intenta capearse la molestia de la gente por una fiesta de Navidad supuestamente celebrada en 2020 en Downing Street, su casa oficial, cuando estaba prohibido por el covid-19.
La polémica se centra en una supuesta reunión nocturna celebrada el 18 de diciembre de aquel año en la que, según la prensa, participaron hasta 50 miembros de la oficina de Johnson y hubo comida, bebidas y juegos.
También se habla de otro encuentro, una fiesta de despedida en la que el propio Johnson habría dado un discurso, pero a la que el primer ministro no quiso referirse.
En los últimos días Johnson negó que se hubieran violado las reglas que por aquel entonces prohibían todo encuentro social dentro de edificaciones. Pero el vídeo, divulgado el martes por la noche por el canal privado ITV y visto por millones de personas, pareció contradecir esta versión.
En vacilón
En él Allegra Stratton (exportavoz de Johnson), el asesor especial Ed Oldfied y otros ayudantes se preparaban el 22 de diciembre para preguntas comprometedoras, en un ensayo en vacilón de las nuevas conferencias de prensa que al final nunca se dieron.
No había periodistas y Stratton respondía a una pregunta de Oldfied sobre una supuesta fiesta de Navidad en la casa del primer ministro.
“Esta fiesta imaginaria era una reunión de negocios” con “queso y vino” y “sin distancias sociales”, bromea la mujer en el video.
“¿Aprobaría el primer ministro una fiesta de Navidad?”, pregunta Oldfied, a lo que Stratton reacciona confundida y divertida.
Con esas imágenes en la cabeza, los británicos supieron este miércoles que el viernes las mascarillas volverán a ser obligatorias en todos los lugares interiores. El lunes se volverá al teletrabajo y se impondrán pasaportes sanitarios para entrar a lugares como los clubes nocturnos.
Con 568 casos identificados en el país, y una cifra real “seguramente mucho mayor”, “cada vez está más claro que el ómicron se propaga mucho más rápido” que variantes anteriores, explicó Johnson, en una rueda de prensa donde tuvo que defender la credibilidad de su gobierno, acusado de haber violado las reglas anticovid en la Navidad pasada.
Stratton, una reconocida experiodista de 41 años que en octubre de 2020 fue elegida para convertirse en la portavoz de Johnson, fue la primera víctima del escándalo.
Entre sollozos en la puerta de su casa, esta estrecha colaboradora del primer ministro, casada con el jefe de Política de la revista conservadora The Spectator, de la que Boris Johnson --también periodista-- fue redactor jefe, anunció su dimisión ante las cámaras de televisión.
Mal ejemplo
La oposición denunció que la impresión de que los dirigentes no respetan las reglas puede llevar a los británicos a saltarse las nuevas normas. Johnson y su equipo “están tratando al público con desprecio”, denunció el líder del partido laborista, Keir Starmer.
Por su parte, la policía de Londres afirmó estar examinando el vídeo en relación con “presuntas infracciones” de la legislación anticovid.
La polémica provocó indignación también en la agrupación política de Johnson. Y el diputado conservador Roger Gale advirtió que “engañar deliberadamente a la Cámara de los Comunes (el Parlamento) sería motivo para exigir la dimisión” del primer ministro, que algunos sitúan también en los encuentros ilegales.
Pero Johnson, haciendo prueba de su habilidad para el escapismo político, se limitó a defender que le habían asegurado que siempre se respetaron las reglas y que si no fue así los responsables serán sancionados.
Con 66 millones de habitantes y más de 145.800 muertos desde el inicio de la pandemia, el Reino Unido es uno de los países más castigados por el covid-19, y su gobierno fue muy duramente criticado por las políticas erráticas aplicadas al principio de la crisis sanitaria.