El expresidente de Perú Alberto Fujimori, quien fue excarcelado en diciembre cuando cumplía una condena por delitos de lesa humanidad, falleció el miércoles a los 86 años en su vivienda en Lima, donde se recuperaba de un tratamiento contra un cáncer de lengua.
Sus hijos Keiko, Hiro, Sachie y Kenji Fujimori anunciaron en la red social X el deceso del controvertido exmandatario “después de una larga batalla contra el cáncer”.
De origen japonés, pero conocido popularmente como ‘el chino’, Fujimori recibió tras su muerte improvisados homenajes en las afueras de su vivienda, en el distrito limeño de San Borja.
“Acabó con el terrorismo, estabilizó la economía” y no murió en prisión, como pedían sus enemigos, dijo a la AFP Nancy González, una mujer que llegó hasta la vivienda donde falleció el expresidente.
Fujimori gobernó el país con mano de hierro entre 1990 y 2000 en la época de las sangrientas guerrillas maoístas. Había recuperado su libertad en diciembre tras pasar 16 años en una cárcel para exmandatarios en el este de Lima.
El conflicto interno o “guerra contra el terrorismo” -como se denominó oficialmente- dejó más de 69.000 muertos y 21.000 desaparecidos entre 1980-2000, la gran mayoría civiles, según una comisión de la verdad.
“¡El chino no ha muerto, el chino está presente!”, clamaban simpatizantes de Fujimori frente a su casa.
El exmandatario cumplía una condena de 25 años por secuestro, desaparición forzada y homicidio, entre otras violaciones de derechos humanos perpetradas por agentes del Estado. La justicia ordenó su excarcelación por razones humanitarias.
“Tenía que pagar su culpa, pero ahora que ha fallecido, ¿qué se puede hacer...? No ha cumplido su condena”, lamentó en declaraciones a la AFP Juana Carrión, presidenta de la Asociación Nacional de Familiares Secuestrados Detenidos y Desparecidos del Perú.
“Autoritario y populista”
La presidencia peruana indicó en la red social X que “lamenta el sensible fallecimiento del expresidente del Perú, Alberto Fujimori” y envió condolencias a la familia.
El jefe de gabinete ministerial Gustavo Adrianzén indicó que coordinará con la familia Fujimori los detalles del funeral.
De momento, las autoridades no han confirmado si recibirá honores de Estado.
Promotor del crecimiento económico, Fujimori fue un “precursor en América Latina de un estilo de hacer política”, dijo a la AFP el analista político Augusto Alvarez.
En su opinión, el exmandatario que irrumpió en la escena pública como un outsider al vencer en las urnas al escritor Mario Vargas Llosa, e impulsó un modelo “autoritario y populista” que se ha replicado en muchos otros países de la región, en movimientos de izquierda o derecha.
Mano dura
La salud de Fujimori se deterioró rápidamente la última semana, tras concluir en agosto un tratamiento de radioterapia en la boca, indicaron a la AFP fuentes allegadas a la familia en las últimas horas.
Fujimori fue visto públicamente por última vez el jueves pasado cuando salía de una clínica en el distrito de Miraflores donde se hizo una tomografía, según reveló él mismo.
El 14 de julio su hija Keiko, excandidata a la presidencia, anunció que el líder de derecha postularía a la presidencia en las elecciones de 2026.
“Vamos a ver (si soy candidato presidencial)”, dijo el exmandatario en pasados días desde su silla de ruedas.
En mayo pasado, Fujimori comunicó que le fue detectado un tumor maligno en la lengua, tras padecer por más de 27 años una lesión cancerígena en el mismo órgano.
Desde que estuvo en libertad, era común verlo en lugares públicos caminando con un pequeño tanque de oxígeno y una cánula debido a la insuficiencia respiratoria que padecía.
La noticia sobre su muerte corrió como reguero de pólvora en las redes sociales, donde simpatizantes y detractores compiten en elogios y críticas.
Fujimori logró derrotar a la guerrilla maoísta de Sendero Luminoso, cuyos principales líderes fueron apresados.
Fue condenado a 25 años de prisión por dos matanzas de civiles perpetradas por un escuadrón del ejército en el marco de la lucha contra ese grupo armado a principios de la década de 1990.
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El perfil autoritario de Fujimori se consumó en 1992, cuando disolvió el Congreso y convocó una Constituyente que le permitió reelegirse en 1995 y 2000 con una Constitución hecha a su medida.
En abril de 1997 el rescate de rehenes en la embajada de Japón, que se saldó al cabo de 122 días con la muerte de los 14 terroristas, un rehén y dos militares lo catapultó como un héroe a los ojos del peruano de pie.
En noviembre de 2000, frente a crecientes acusaciones de corrupción y violaciones a los derechos humanos, huyó a Japón, donde permaneció varios años.