El papa Francisco compartió confidencias y anécdotas con pobres de todo el mundo gracias a una iniciativa de una asociación francesa, ilustrada en el libro “De los pobres al papa, del papa al mundo”.
En la publicación, que aparecerá el 1 de abril en tres idiomas (francés, italiano y alemán), el pontífice responde sin rodeos cien preguntas provenientes de habitantes de 80 países, desde los barrios pobres de Brasil hasta los sin techo de India, Irán y Madagascar.
“Soy una persona impaciente (…) A veces tomo decisiones de prisa, con algo de autosuficiencia”, confesó el papa, de 85 años, según la versión en francés del libro a la que tuvo acceso la agencia de noticias AFP.
La asociación francesa Lazare, que ofrece alojamiento a jóvenes trabajadores e indigentes, lanzó la idea del libro después de un primer encuentro con el pontífice argentino, en mayo de 2020.
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“Nos sorprendió con su transparencia, incluso habló de asuntos muy personales”, contó el secretario general de la asociación, Pierre Durieux.
“A pesar de una agenda apretada, se tomó el tiempo de escuchar todas las preguntas, hasta la última”, recordó.
Sencillez y humor
Jorge Mario Bergoglio, que se define “soñador” y admite que “se queda dormido a veces durante la oración”, repasó en esas conversaciones momentos de su vida cotidiana, habló de su familia, sus gustos, su vocación de sacerdote y hasta de los días previos a su elección en 2013, cuando escogió el nombre de Francisco inspirándose a san Francisco de Asís, el santo de los pobres.
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“Me duele que hombres de la Iglesia, sacerdotes, obispos, cardenales, conduzcan coches (carros) de lujo y se conviertan en testimonios negativos”, reconoció Francisco, que suele criticar los excesos del capitalismo y las desigualdades.
“Le dimos una pequeña campana para los casos en que no deseaba responder (las preguntas que le habían enviado). Nunca la usó”, contó Loïc Luisetto, director de Lazare, quien descubrió a un “hombre sencillo, cercano a la gente, con un humor increíble”.
La asociación, que contó con la ayuda de una veintena de organizaciones no gubernamentales de los cinco continentes, involucró a personas de todas las edades, en general pobres, que han “vivido la exclusión social” o las “adicciones”.
Tras recibir mil preguntas, los responsables de la asociación seleccionaron un centenar, que dividieron en diez temas: riqueza, injusticia, paz...
En total, se llevaron cuatro encuentros en el Vaticano, en español, con la participación de decenas de personas por videoconferencia.
“Para nosotros fue una gran sorpresa, nos alojaron en la Casa Santa Marta, la residencia donde vive el papa con otros religiosos y reservada para cardenales e invitados”, explicó Durieux.
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“Nos lo encontrábamos en el ascensor o durante el desayuno, mientras llevaba su bandeja. Esa cercanía contribuyó a crear un ambiente familiar para las entrevistas”, reconoció.
“No gano nada. ¡Nada de nada! Me dan de comer, y si necesito algo, lo pido”, contó el papa, quien confesó que se siente como “un zombi” por las mañanas tras despertarse poco después de las 4 a.m.
Entre los detalles divertidos que el pontífice argentino confesó está que se niega a usar pantalones blancos bajo la sotana como es tradición. “¡No soy un vendedor de helados!”.
Tampoco podía faltar una alusión al fútbol, su deporte favorito. “Cuando era joven siempre me ponían de portero porque jugaba mal. Me decían que tenía los dos pies en el mismo zapato”, rememora sonriendo.
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