Durante veinte años, la estadounidense Cindy Elgan organizó sin problemas las elecciones en Esmeralda, un pequeño condado rural del estado de Nevada donde todos se conocen. Pero ahora sus vecinos creen que ella es parte de una conspiración para impedir que Donald Trump gane la presidencia.
Pese a que el candidato republicano arrasó allí con el 82,14% de los votos en 2020, su derrota a nivel nacional sembró dudas entre miembros de esta pequeña comunidad, que quieren remover a Elgan como secretaria del condado.
“No confío en el resultado de la elecciones de 2020″, dice Mary Jane Zakas, una maestra retirada que se define como una “ciudadana patriótica”.
Haciéndose eco de una teoría muy repetida entre los conservadores, Zakas cuestiona las máquinas de votación que se utilizan hace tiempo en el condado, y defiende que las papeletas sean contadas manualmente.
Elgan, que conoce a cada uno de los poco más de 600 votantes de este condado ubicado en medio del desierto, lamenta que la desconfianza minara la comunidad luego que Trump se negó a reconocer el triunfo del demócrata Joe Biden en 2020.
“Los funcionarios electorales están haciendo todo lo posible para garantizar que la gente pueda observar (el proceso) y devolver la confianza a los votantes”, dijo en su oficina de Goldfield, un autoproclamado “pueblo fantasma viviente”.
Pero para Zakas, la única forma de confiar en el resultado de las elecciones del 5 de noviembre es que no haya máquinas de votación, un escenario improbable.
- “Sin precedentes” -
Encuestas apuntan que más de un tercio de los estadounidenses desconfía de su sistema electoral.
Claire Woodall, del instituto de investigación Issue One, sostiene que la creencia de que hay un ataque coordinado para alterar los resultados electorales “no tiene precedentes”.
“En 2020, cuando tuvimos a un presidente que abiertamente no aceptó los resultados electorales, fue cuando comenzamos a ver cuestionamientos al manejo de las elecciones”, agrega.
Esta desconfianza se ha traducido en amenazas, acoso y ataques a los funcionarios electorales, muchos de los cuales han abandonado sus puestos desde 2020, explica Woodall.
La ha sido especialmente aguda en los estados donde las presidenciales son más reñidas, como Arizona(donde Biden ganó por un 0,3% de los votos) y Nevada (donde el demócrata tuvo una ventaja de 2,4 puntos), detalló un informe del Issue One.
“He estado en este puesto por cuatro años y ya soy una de las más experimentadas funcionarias del estado”, dice Amy Burgans, a cargo de las elecciones en el condado de Douglas, Nevada.
“Lo que ocurre es desalentador”, sostiene Burgans, quien como republicana considera “frustrante” que la mayoría de la desinformación salga de su partido.
“Me enfurece”, afirma respecto a las dudas que Trump ha sembrado sobre el trabajo de los funcionarios y el sistema electoral.
- “Muy serio” -
Varios funcionarios retirados de Nevada consultados por la AFP declinaron ser entrevistados. “No quiero exponer de nuevo a mi familia”, dijo uno de ellos.
Según una encuesta del Centro EVIC de 2022, el 25% de los funcionarios electorales declararon haber sufrido abusos o amenazas entre 2020 y 2022.
Burgans, amenazada de muerte en 2022, es parte de ese núcleo.
La creciente tensión ha llevado a la adopción de nuevas medidas de seguridad.
Chalecos y vidrios antibalas, rejas, sistemas de seguridad electrónica, cámaras de vigilancia e incluso francotiradores policiales apostados en los edificios de votación y drones sobrevolándolos son algunas de las medidas tomadas por cientos de condados en estas elecciones, explicó Tammy Patrick, de la Asociación Nacional de Funcionarios Electorales.
En Los Ángeles, perros rastreadores inspeccionan las papeletas que llegan por correo.
“En varios lugares del país (...) han recibido correo con sustancias. Algunos eran fentanilo, uno tenía metanfetaminas, y otros un polvo blanco”, dijo Patrick. “Es un momento muy serio”.
Burgans, al igual que su equipo, carga kits de naloxona, un agente usado en casos de intoxicación por opioides, por si alguna boleta enviada por correo está contaminada con fentanilo.
Otra novedad para los funcionarios es el tiempo dedicado a explicar a los votantes el funcionamiento del proceso electoral en aras de restablecer la confianza.
“La mayoría de la gente está dispuesta a conversar”, dice Burgans. Pero hay otra “que se empeña en decir que hay trampa”, agrega. “Por mucho que intente explicarles los hechos, siguen creyendo en la desinformación que se les ha dado”.