Le dicen la Terminal Tres, pero no es un aeropuerto con salidas internacionales sino una playita rocosa en la humilde población El Cepem, cercana a La Habana, desde donde balseros se lanzan al mar buscando llegar a las costas de Florida, en Estados Unidos.
Unas 30 personas trataron de zarpar el 29 de agosto en tres embarcaciones sencillas desde esta localidad de casas de madera con un camino de tierra que lleva al mar, 30 km al oeste de La Habana.
El intento terminó en una protesta de pobladores que chocaron con la policía, tratando de impedir que retirara las balsas, contaron media docena de habitantes que fueron testigos.
“El que se quiera ir que se vaya, estamos pasando tremenda hambre, tremenda necesidad”, se queja una vecina de 49 años, que prefiere no revelar su nombre.
Pese a que emigrar en balsa es ilegal, está “ocurriendo en toda Cuba”, dice la mujer mirando al mar. “A esto le dicen la Terminal Tres”, dice en referencia a la terminal internacional del aeropuerto José Martí, en La Habana.
El pleito a plena luz del día se desató cuando policías enfrentaron a pobladores que pedían la presencia de una autoridad que permitiera la salida de los balseros.
Se saldó con al menos cuatro detenidos, personas lastimadas por golpes y el decomiso de los botes de madera, dijo un ama de casa de 32 años cuyo marido fue arrestado y puesto en libertad esa noche.
En emergencia
En Isabela de Sagua, otro pueblo buscado por balseros en la provincia central de Villa Clara, una embarcación con seis personas desapareció en el mar el 28 de agosto, movilizando a barcos guardafronteras, un dron y helicópteros militares en su búsqueda.
Este es un caso más de balsas con destino incierto. Desde octubre, al menos 61 personas murieron al intentar atravesar el estrecho de Florida (166 kilómetros), según informó el 12 de agosto la Guardia Costera estadounidense.
En 1994 más de 35.000 cubanos partieron hacia Miami en lo que se conoció como la “crisis de los balseros”, la mayor emigración marítima de la isla. Pero desde que La Habana restableció relaciones con Washington en 2015 no se habían ido tantas personas.
El origen de la nueva oleada de emigrantes fue la eliminación en noviembre de la visa para cubanos que viajen a Nicaragua.
Volar hasta ese país centroamericano y hacer el recorrido hasta la frontera estadounidense es un viaje que puede costar más de 12.000 dólares, un lujo que pocos cubanos pueden costear.
Según el servicio de Aduanas y Protección Fronteriza de Estados Unidos (CBP, por sus siglas en inglés) un récord de casi 179.000 cubanos entraron de manera irregular a su país entre octubre y julio, la mayoría por tierra.
Otros 5.000 fueron frenados en el mar entre octubre y agosto por la Guardia Costera.
El mar “es una vía que requiere quizá menos recursos y por tanto habla de una migración de emergencia”, dijo Juan Carlos Narváez, investigador de la organización Investigación Multidisciplinaria Aplicada, Laboratorio Social, con sede en México.
Es una migración “protagonizada por cubanos que menos recursos tienen para migrar” y lo hacen pese al peligro que corren, además de la alta posibilidad de ser deportados por las autoridades estadounidenses, agrega el experto.
El gobierno cubano reclama el incumplimiento de 20.000 visas anuales de emigración previstas en acuerdos con Estados Unidos, cuyo consulado reabrió en La Habana en mayo tras cuatro años cerrado.
Crisis terrible
Cuba enfrenta su peor crisis económica en tres décadas, con escasez de alimentos, medicinas, combustibles y apagones cotidianos, a consecuencia del embargo estadounidense y los efectos de la pandemia.
Todo esto ha tensado el ambiente. Cada vez son más frecuentes las manifestaciones en localidades de provincia, algo impensable antes de las históricas protestas del 11 de julio de 2021.
La gente de El Cepem afirma estar irritada por las duras condiciones en que vive y la falta de atención de las autoridades.
“Como vinieron a ver el tema de las lanchas así podían haber venido a ver qué hace falta, qué se necesita”, dijo brava una de las testigos.