Como nunca antes, cuatro vehículos iniciarán casi en simultáneo su viaje al planeta rojo a mediados de este año.
Por primera vez, desde las misiones Viking de 1976, el objetivo principal será determinar si hay vida en ese aparentemente inhóspito mundo, situado a una distancia promedio de 225 millones de kilómetros. La mayoría de los lanzamientos se concentrará hacia julio.
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La primera nave en despegar será Mars 2020, de la NASA, que llevará a bordo el reemplazo del robot Curiosity.
Si bien el nuevo rover comparte el chasís y otras características con su antecesor, incluye una carga científica diferente, detalla Mauricio Henríquez, ingeniero de la U. Austral, quien sigue un posdoctorado en la U. de Auburn (EE.UU.) en colaboración con la NASA.
Es así como el vehículo cuenta con experimentos para determinar potenciales compuestos orgánicos y podrá hacer un análisis más detallado de la composición mineral del suelo marciano, lo que permitirá salir de la dudas que no resolvieron las dos misiones Viking, en 1976.
Además, tendrá la capacidad de determinar posibles lugares donde hubo antiguos flujos de agua que pudieron acoger vida.
Oxígeno propio Henríquez está especialmente interesado en el experimento que intentará producir oxígeno desde la atmósfera marciana, la que está compuesta en gran medida por CO {-2} . Ello determinará si es posible que futuras misiones humanas puedan generar aire respirable a partir del recurso que se encuentra ya en el planeta.
“Esto aumentará la autonomía y seguridad de cualquier misión futura, ya que no sería necesario enviar el aire desde la Tierra”, dice.
La misión rusoeuropea Mars 2020 será una “secuela” de la Mars 2016, que hace cuatro años puso en órbita la sonda TGO, pero fracasó en hacer aterrizar al lander Schiaparelli.
Por eso ahora han reforzado sus políticas de seguridad para que el rover Rosalind Rusell sí toque en forma segura el suelo. Al igual que con el rover de la NASA, su objetivo será buscar pistas biológicas de la presencia, pasada o presente, de vida.
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Su nombre honra a la química británica Rosalind Franklin, quien fue clave para determinar la estructura espiral de la molécula de ADN, la fuente de la vida en nuestro planeta. Los chinos también se aprontan para aterrizar en Marte y sumarse a la carrera por encontrar vida. Apenas hace dos meses que se conoció la sonda y se probó con éxito el cohete portador.
El rover, aún sin nombre, se posará suavemente dentro de una cápsula.
Poder árabe
En tanto, los Emiratos Árabes Unidos quieren transformarse en la quinta potencia y la primera del mundo árabe en alcanzar la órbita del planeta rojo, tras Estados Unidos, Rusia, la Agencia Espacial Europea e India.
El objetivo de su orbitador Hope será analizar la atmósfera marciana y las razones de su delgadez. Además de las cuatro misiones programadas, el ingeniero de la U. de Chile Marcos Díaz, responsable del programa de nanosatélites Suchai, no descarta que a último minuto se incorpore India.
“Ellos ya están orbitando Marte y su idea era sumar este año un rover , pero no está claro el impacto del fracaso de su misión lunar. Si algo salió mal allá, también podría repetirse en Marte. Eso lo deben tener muy claro antes de programar una misión solo orbital o si incluye un rover . Esas decisiones se deberían estar tomando pronto”.
En cuanto a los vuelos tripulados a la Estación Espacial Internacional, se espera que por fin Estados Unidos vuelva a tener capacidad de lanzamiento propia de la mano de las empresas privadas Boeing y SpaceX.
La perdió en 2011, tras el fin del programa de transbordadores; actualmente depende de las naves rusas. Este año las naves Star Liner y CrewDragon, de Boeing y SpaceX, respectivamente, tienen programado llevar a los primeros astronautas.
“Tras varios retrasos, deberían estar en la recta final de certificaciones como para contemplar con buenas posibilidades que ambas completen al menos una misión tripulada a la EEI durante 2020”, afirma Henríquez.
Ambos especialistas no descartan, además, que durante este año podría tener lugar algún lanzamiento de prueba del nuevo cohete SLS, clave para las futuras misiones a la Luna y Marte.