Cuando la mamá de Juan, un niño de ocho años, entró a la habitación de su hijo, quedó impactada por lo que vio: el pequeño estaba representando una escena sexual con su prima de cinco años.
“¡¿Qué estás haciendo?!”, le gritó, horrorizada. Su primera reacción fue retar al menor e interrogarlo. Juan le respondió, asustado, que se trataba de un juego, que no recordaba dónde lo había visto. Pero, con el correr de las horas, pudo contarle la verdad a su mamá: él y sus amigos de la escuela habían estado viendo imágenes pornográficas en los recreos.
La mujer, quien vive en Buenos Aires, Argentina, compartió la situación con las otras madres del curso y empezaron a corroborar que, efectivamente, los niños estaban consumiendo ese tipo de material. La conmoción fue total en la comunidad educativa.
El colegio, que tomó conocimiento de la situación, intervino de manera inmediata. Las autoridades lograron determinar que un güila más grande de la institución educativa había recibido los videos a través de un juego online y los había reenviado.
El episodio protagonizado por el menor, cuya identidad real fue preservada, refleja las graves consecuencias que puede ocasionar el contacto con contenido sexual en niños y adolescentes que no están preparados para procesarlo.
Especialistas en salud mental reconocen que, si bien no existen datos sistematizados en Argentina, se observa un aumento en el consumo de pornografía por parte de menores, que además comienza a edades cada vez más tempranas. Mientras que hace un tiempo solía ser una práctica que se iniciaba con el ingreso a la pubertad y la adolescencia, hoy hay chicos que a los ocho años visualizan imágenes de sexo explícito. Además de los contenidos de sexo explícito, el material pornográfico que consumen suele incluir escenas de violencia que los perturban
Los expertos también coinciden en que es necesario discriminar las situaciones de acceso sin intención al material pornográfico, como fue el caso de Juan, de las búsquedas activas.
“Una cosa es el consumo y otra es la exposición. Es decir, menores que se ven expuestos a este material producto del uso del celular, computadora o tablet”, dice Fernando Buconic, médico psiquiatra.
Otro caso
Otro caso paradigmático sucedió este año en el grupo de WhatsApp de un grupo de niños de primer año de una escuela secundaria privada: uno de los compañeros envió un video pornográfico, que además tenía una alta carga de violencia, lo que alertó a algunos padres, que se acercaron al colegio para hablar sobre el tema.
“Hay niños que lo descartan, pero también hay pequeños que no lo toleran. Lo que hay que evaluar en cada caso es el potencial disruptivo del material para entender cómo impacta en los menores. No es lo mismo que un pequeño dedoce años reciba por WhatsApp una foto de una mujer desnuda que un video con abuso de menores”, explicó Buconic.
Impacto emocional
Alejandra Doretti, médica psiquiatra especialista en niños, adolescentes y familias, sostiene que se trata de “un problema acuciante en la actualidad”, que no se limita a la pubertad, sino que ocurre durante la infancia.
“Puede producirse accidentalmente al permitirles utilizar a los niños los celulares de los adultos donde muchas veces se intercambian contenidos sexuales con otros adultos. O bien, más cerca de la pubertad y en la adolescencia, a través de búsquedas intencionales movidas por la curiosidad ante los cambios que se producen con el crecimiento”, dijo Doretti.
¿Qué ocurre cuando un niño se expone a las imágenes que suelen aparecer en los sitos de pornografía ya sea de manera intencional o sin buscarlo?
“En primer lugar, hay acceso a una escena privada que nunca han experimentado, no tienen su propia versión de la vida sexual activa y es esta entonces la primera impresión que reciben sobre el intercambio sexual entre las personas. Además, en muchas ocasiones, incluye escenas de pedofilia o de violencia explícita. Los chicos son entonces observadores inundados por una cantidad de información de gran impacto emocional y sexual que no tienen capacidad de procesar”, sostuvo Doretti.
En algunas situaciones, plantea la especialista, cuando se produce una elevada excitación en el niño, que no tiene vías de descarga a través del intercambio sexual a la manera adulta, le resulta imposible elaborarlo y busca canalizar ese exceso de erotización a través de, por ejemplo y tal como lo refleja el caso de Juan, juegos sexuales con pares.
“La distorsión cognitiva en la sexualidad es enorme”, señala el psiquiatra Fernando Buconic sobre el consumo de pornografía de niños y adolescentes
Según Buconic, la sintomatología que puede ocasionar en un chico ver un video con contenido sexual para adultos es diversa: ansiedad y angustia son los efectos más recurrentes. “El impacto en el desarrollo psicosexual no se ve de forma directa, pero la distorsión cognitiva en la sexualidad es enorme”, señaló.
LEA MÁS: Caricaturas que simulen a menores de edad en actividades sexuales son un delito
En el caso de Juan, por ejemplo, la situación lo llevó a presentar cuadros de angustia, con dificultades en el sueño y resistencia a ir al colegio. El menor inició un tratamiento psicológico.