Después de abrir los sellos de un contenedor que volvió vacío en un buque desde España, los trabajadores de un puerto en el Atlántico de Panamá hallaron dentro a una cachorra flaquísima y milagrosamente viva. Habían pasado cuarenta días.
El contenedor salió de Algeciras, en Andalucía, cruzó el océano y llegó a la terminal internacional de Manzanillo en Colón, Panamá, el 31 de diciembre de 2021, tras 20 días de viaje. Como es habitual, los contenedores vacíos se colocaron en un patio, bajo el fuerte calor y la lluvia del Caribe.
Otros 20 días más tarde, cuando el contenedor iba a ser trasladado de puerto, fue abierto por operarios que descubrieron a una perra deshidratada y lastimada, de aproximadamente un año.
“No nos explicamos cómo entró ni cómo no se detectó (...) Es una historia de una heroína, porque un animalito que esté cuarenta días dentro de un contenedor, sin agua, sin alimento, ¿cómo luchó por su vida?”, se preguntó Cecilia de Escobar, directora nacional de Salud Animal del Ministerio de Desarrollo Agropecuario (MIDA).
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“Una de las áreas del contenedor estaba herrumbrada, y allí se descubrió que había un pequeño hueco. Asumimos que ella con su patita abrió un huequito por donde tomaba el agua de la lluvia” que cayó tanto en el trayecto como durante la permanencia del contenedor en el patio, dijo Escobar.
La cachorra fue trasladada a Ciudad de Panamá y atendida por veterinarios y especialistas.
Cuando llegó pesaba 4 kilos, explicó Hugo Turillazzi, veterinario y administrador de la Unidad Canina Agropecuaria del Ministerio de Desarrollo Agropecuario. Le pusieron suero y la estabilizaron.
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Buenas reservas
El doctor cree que el animal quedó preso en el contenedor en buenas condiciones físicas y esas reservas corporales le permitieron aguantar. Pudo haberse hidratado tanto con agua de lluvia, con las gotas de condensación dentro del contenedor y hasta con sus propios orines.
“Es un milagro que haya podido sobrevivir tanto, por eso le pusimos el nombre de Milagros, la llamamos Mili de cariño, y como vino de España la llamamos Mili, La Españolita”.
Mili pesa actualmente 12,2 kilos y está de lo más bien. Durante los cinco meses posteriores a su hallazgo, hizo su recuperación y ambientación en la Unidad Canina Agropecuaria del MIDA.
Los perros de este escuadrón trabajan en el aeropuerto internacional de Tocumen de la capital, y su labor es detectar alimentos frescos en el equipaje de pasajeros que pudieran tener plagas que afecten la producción local.
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Aprende rápido
Mili aprendió allí a detectar olores de frutas y legumbres y hace una semana empezó a trabajar. Cada vez que detecta un equipaje sospechoso, rasca la maleta y se sienta al lado de ella, señalándola y esperando recompensa.
“Mili cumple con las cuatro características básicas que debe tener un canino para integrar la unidad: amable, dócil con las personas, buen apetito y juguetona”, señala el entrenador canino, Edgardo Aguirre.
Ya logró bloquear equipaje con granos, frutas y embutidos. Ahora está siendo entrenada para detectar al caracol gigante africano, una especie que puede afectar la agricultura.
Mili responde así a quienes le salvaron la vida y la cuidan con tanto cariño.