La temprana eliminación de la Selección de bola, más allá de la decepción, tiene un impacto que debe pasar la factura y no solo al técnico Oscar Ramírez, si no a toda la estructura alrededor del equipo.
Las bases de la Fedefútbol deben ser sacudidas, empezando por la cabeza, Rodolfo Villalobos. Y el motivo va más allá del orgullo y del pobre papel en Rusia 2018.
Aparte del aspecto emocional, que es muy importante para un pueblo, entra a jugar la parte económica, la cual en este momento es alarmante y muchos empresarios, de las áreas más diversas, cruzaban los dedos para, por lo menos, pasar a octavos con el fin de que sus negocios le pudieran sacar un poquito el jugo a la fiebre mundialista.
230 mil personas hoy están sin trabajo, la producción está por debajo del 3% promedio de los últimos ocho años, los despidos se dan en cualquier momento.
Los que trabajamos en la empresa privada vivimos con el síndrome de la angustia, de la incertidumbre, al finalizar cada quincena porque la guillotina puede caer en cualquier momento.
Por eso el Mundial era un momento ideal no solo para distraernos sino para activar, aunque fuera un poquito, la maltrecha economía.
Las decisiones de la gente ligada al fútbol, en especial a la Selección, va muchísimo más allá de plantar un equipo en la cancha y la quemada frase, “vamos a seguir trabajando” después de cada derrota.
Seguir trabajando es lo que queremos en nuestras empresas, y por trabajo claman casi un cuarto de millón de costarrincenses.