Todos los días recorren Járkov para apagar incendios causados por los bombardeos rusos. Después de más de dos meses de conflicto, los bomberos de la segunda ciudad de Ucrania están agotados.
Las cifras son dramáticas: más de 1.000 incendios en la región de Járkov, más de 2.000 edificios dañados o destruidos por el fuego solo en la ciudad y más de 140 civiles muertos entre los escombros, según Ievguen Vassylenko, portavoz regional del Servicio de Emergencia de Ucrania.
Todos los días los cohetes rusos apuntan principalmente a los distritos noreste y este. Los habitantes siguen viviendo allí. Ataques espaciados, a toda hora del día o la noche, a veces mortales.
El miércoles, al final del día, dos bombardeos dejaron un muerto y dos heridos. El saldo del martes había sido de tres muertos.
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“En tiempo de paz podía no haber más que un incendio, pero con la guerra puede haber una decena al mismo tiempo”, comenta Roman Kachanov, jefe de la unidad 11 de bomberos de Járkov.
“Hace dos semanas hubo un gran bombardeo” cuenta.
“Unos 56 camiones de bomberos intervinieron en diferentes barrios del centro. Un edificio, luego otro y otro... Y sigue así todos los días, los chicos (bomberos) no tienen tiempo para descansar, esa es la parte más difícil. Es agotador”, dice.
Mirada perdida
El miércoles, luego de la intervención en un garaje que se había convertido en humo, un bombero permaneció sentado, el rostro parcialmente ennegrecido, chorreando sudor y con la mirada perdida.
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Esta semana, los soldados del fuego recibieron la visita de un pequeño grupo de colegas estadounidenses que llegaron a entregar material y a dar cursos de primeros auxilios.
Detrás del hangar donde están estacionados los camiones de bomberos antiguos de la época soviética junto a otros más recientes, Roman Kachanov muestra a sus invitados un impresionante montón de esqueletos de proyectiles de todos los tamaños, un testimonio de los ataques a la ciudad.
Consultado sobre los riesgos que corren sus hombres cuando los rusos bombardean el mismo sitio dos veces en intervalos de 10 o 15 minutos, la respuesta es obvia.
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“¿Quién le teme el peligro? Hay que ir, no nos importa, para nosotros es nuestro trabajo”, responde.
“Me inspiran”
En más de dos meses de conflicto, solo en la región de Járkov un bombero y tres desminadores han muerto en acción, según el portavoz Vassylenko.
“Uno de nuestros bomberos murió bajo el bombardeo, justo delante de mí”, recuerda Kachanov.
Además de los incómodos uniformes protectores que pesan unos 10 kilos, algunos bomberos andan chalecos antibalas.
Pero no faltan voluntarios.
“En estos momentos, 3.000 bomberos de la región de Járkov trabajan en equipo. Tenemos suficiente gente, tenemos suficiente equipo”, asegura Kachanov.
Clint Saint-Martin, un exsoldado que combatió en Irak, forma parte del pequeño grupo que llegó de Estados Unidos para ayudar a sus colegas ucranianos.
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Después de una visita a la estación más cercana a los distritos nororientales de Járkov, posó sonriente para una foto con el emblemático casco de los bomberos estadounidenses.
“Este es el primer equipo (de voluntarios) y espero que muchos otros vengan a Ucrania para apoyar a los bomberos ucranianos y su misión contra esta guerra sin sentido”, declaró.
“Es realmente impresionante. Tengo mucho respeto por ellos (...) Volveré a Járkov, estos muchachos me inspiran”, asegura el exsoldado.
Roman Kachanov, en cambio, dice que “solo espero que todo acabe”, aunque “nadie sabe cuándo”.
“Esperamos que los rusos entiendan quién es este ‘Putler’ y le den una patada en el trasero”, dice usando una expresión que combina el nombre del presidente ruso Vladimir Putin con el de Hitler.