Johanna Watkins, de 37 años, se volvió famosa en los Estados Unidos por la extraña enfermedad que desarrolló y que le impide llevar una vida normal como cualquier otra. La mujer es alérgica a casi todos los alimentos, al sol y hasta al aire, por lo que su esposo, Scott, creó un espacio restringido en su casa para que no tenga contacto con otras personas.
Según el medio The Washington Post, a la mujer le detectaron una variante del síndrome de activación de mastocitos (MCAS) en 2013, cuando su caso se hizo popular en su país y en el resto del mundo.
El peor enemigo de Johanna es su sistema inmune, que produce en exceso las sustancias químicas responsables de controlar las reacciones alérgicas. Los síntomas y desencadenantes pueden variar entre respuestas graves y hasta un shock anafiláctico. Para esta enfermedad todavía no se conoce una cura y, por ende, el estilo de vida de Watkins cambió por completo.
Hasta 2012, Johanna llevaba una vida activa, llena de desafíos y proyectos, al tiempo que se desempeñaba como maestra en una escuela de Minnesota. Sin embargo, en sus salidas de excursión con Scott, con quien en ese entonces no se había casado, percibió las primeras señales. Estas fueron reacciones alérgicas a lácteos, al gluten y a ciertos alimentos.
Lo que pareció una simple molestia, terminó por ser un problema de mayor peso. En 2013, luego de casarse con Scott, su cuerpo se llenaba de erupciones, el sistema digestivo rechazaba cualquier comida y las migrañas eran cosa de todos los días.
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En 2014, el inmunólogo Lawrence Afrin, de la Universidad de Minnesota, recibió a Johanna y analizó su caso. Esto la llevó conocer que tenía MCAS y que podía ser muy cambiante. Desde allí, descubrió que su sistema digestivo solo aceptaba 15 alimentos. También, se le indicó que era alérgica a la luz solar, al polvo, a los olores y hasta el contacto humano.
Según contó en una entrevista con BBC, al acariciar a Scott, ella sentía que su piel se lastimaba, como si fuera un cristal. Es por eso que su marido eligió protegerla al máximo, con el fin de que padezca el menor sufrimiento.
Por eso, eligió las mejores habitaciones de la casa para ella, es decir, el comedor, la cocina y una pieza. Por su parte, Scott se refugió en la segunda planta y entre medio de ambos pisos, colocó una barrera transparente con un cartel de “prohibido pasar”.
Algunos de los alimentos que sí tolera Johanna son: el kiwi, la zanahoria, el apio, el cilantro y el limón. En la habitación principal y en el resto de las salas, colocó un purificador de aire y a las ventanas les agregaron un filtro ultravioleta para que los rayos solares no activen las células.
En su día a día, Watkins se dedica a leer la Biblia, según contó a la revista People. Además, debe llevar un régimen de control estricto para evitar que las cosas se pongan más difíciles.
En The Washington Post, Thanai Pongdee, experto en enfermedades alérgicas que trabaja con la Clínica Mayo, remarcó que este tipo de padecimiento tiene un tratamiento médico, “pero los síntomas se manifiestan de tantas maneras que puede resultar difícil diagnosticarlo”.
En cuanto a la relación de Scott y Johanna, los dos se prometieron amor eterno y así esperan cumplirlo. Para mantener el romance y darse apoyo mutuo, siempre se comunican por teléfono, ven series juntos y las comentan. De momento, aguardan a que una cura aparezca y le devuelva a la mujer sus años perdidos.