Muchos nunca habían visto la nieve. Lejos del clima de su base de origen, aprenden ahora a sobrevivir y a combatir en temperaturas durísimas en Noruega para estar listos en caso de ser necesario.
Como esos marines estadounidenses que llevan guantes y fuertes botas blancas, miles de soldados de la OTAN (la alianza militar de países occidentales) cambiaron sus camuflados tipo selva o desierto por trajes de montaña para confundirse en el paisaje blanco del norte del territorio noruego en medio de los ejercicios armados Cold Response 2022 (Respuesta fría).
Acostados sobre la nieve al borde de la carretera, hombres y mujeres de la segunda fuerza expedicionaria de los marines, habitualmente destacados en las cálidas y húmedas tierras de Carolina del Norte (Estados Unidos), se enfrentan a un enemigo que no existe.
Son más de 30.000 los militares que se preparan por si ese enemigo los obliga a tomar las armas.
Un poco congelados, protegen operaciones de desembarco. Uno tras otro, botes salen del vientre de la enorme nave anfibia Róterdam (holandesa) y van colocando tanquetas y otros vehículos militares en tierra firme.
“Si una unidad puede entrenarse y ganar en el Ártico, creo que puede ganar en cualquier lugar”, explica el sargento Samuel Whitehead.
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Aquí más que en otra parte, el más mínimo error tiene graves consecuencias, dice.
Accidente mortal
El ejercicio Cold Response 2022, que se desarrolla este mes en Noruega, busca probar la capacidad de los países miembros de la OTAN y sus socios finlandés y sueco de dar apoyo a uno de sus miembros en condiciones climáticas rigurosas.
Unos 30.000 militares participan en tierra, mar y aire en estas maniobras, las más grandes organizadas por el país nórdico desde el fin de la Guerra fría.
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Planificado desde hace mucho, el ejercicio militar tomó un tono “especial” a causa de la ofensiva rusa contra Ucrania, país que tiene también un clima muy duro.
La muerte unos días antes de cuatro marines en el accidente de una aeronave militar que participaba en el ejercicio recordó con crudeza los riesgos de operar en condiciones tan difíciles.
“Muchos soldados vinieron aquí en varias ocasiones en los últimos años y tienen el equipo adecuado, las claves de lectura y la experiencia para saber combatir en condiciones de invierno”, afirma el general alemán Jörg Vollmer.
“Y los que no han tenido esta oportunidad hasta ahora, por eso están aquí y se entrenan”, precisó.
Distinto a como ocurre en las películas, les operaciones de desembarque no tienen nada de espectacular este día, salvo la escenografía.
No hay balas que cruzan, ni cañonazos que se escuchan y salvo el ronroneo ocasional de helicópteros nada perturba el silencio.
Fuera de la zona segura
A bordo de botes, los soldados se toman su tiempo para calcular la profundidad del agua antes de dejar desembarcar a los vehículos.
Un poco separado del lugar, un soldado se coloca cerca de una construcción blanca que lleva una pintura mural donde se ve a un hombre y a una mujer vestidos con una capa roja que exhiben el puño sobre la inscripción “Superhero Village”.
Originaria del soleado sur de Estados Unidos, Katie Hass es responsable de los vehículos del pelotón de marines. Manejar por primera vez en carreteras resbalosas como jabón la obligó a salir de su “zona de confort”.
“El lugar de donde venimos es cálido y pantanoso. Aquí en Noruega hace frío y hay hielo por todas partes”, señala.
“Hay muchos factores para tomar en cuenta en relación al lugar de donde venimos: aquí se utiliza otro tipo de combustible, los lubricantes son diiferentes, y hay diferencias de peso entre lo que uno puede cargar allá y lo que se puede cargar cuando se conduce sobre la nieve y el hielo”, agrega.
El sargento Whitehead tiene consejos para sus compañeros de armas, incómodos ante la diferencia climática respecto del calor que reina en su base del Campamento Lejeune.
“Cuando tengas frío, debes seguir moviéndote”, dice. “Hay algunos marines que cuando tienen frío se quedan estáticos. Entonces hay que hacerlos correr y moverse”.