Los dos hijos de Tía Florita se asustaron bastante cuando ella les informó el lunes pasado que, recién la habían llamado de Cardiología del Hospital Calderón Guardia para programar, para el día siguiente, la cirugía en el corazón que tenía pendiente.
Ellos estaban preocupados de que la queridísima chef se sometiera al procedimiento médico porque lo consideraban delicado para una persona de 96 años de edad; sin embargo, la reacción de ella fue completamente otra.
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Así lo contó Flora Sobrado de Echandi en una entrevista que dio a La Teja la tarde del miércoles, en la que habló, íntimamente, sobre la operación a la que se sometió el martes, en la que le cambiaron la batería del marcapasos que tiene hace 10 años.
Tía Florita llegó al Hospital Calderón Guardia a las 10 de la mañana del 23 de enero y salió al final de la tarde. “Ya estaba medio oscurillo”, dijo al confirmar que pasó todo el día en el centro médico de San José.
A la conocidísima empresaria la acompañó la enfermera que la cuida en su casa, porque afirmó que, primero, sus hijos estaban asustados y segundo, porque nadie podía estar cerca de ella en la cirugía.
“Una muchacha que trabajó en un hospital es quien me asiste ahora. Estuve acompañada por ella porque mis hijos temblaban de solo pensar que me iban a intervenir el corazón y de que me podía quedar ahí (morir) y no querían ni siquiera estar en el hospital; pero todo salió muy bien, gracias a Diosito. Es que ellos son hombres y los hombres no sé, como que tienen menos fuerzas para esto y las mujeres somos más aventadas”, dijo doña Flora.
Valiente
La noticia de que iría al quirófano ella la asumió con gran valentía ya que era un procedimiento que sabía que tenía que hacérselo.
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“No estaba nerviosa. Yo soy muy valiente y para esas cosas siempre como que tomo el mando y para todo, como que soy muy abanderada. Sabía que tenía que salir de eso y en todas las cosas de mi vida he tomado determinaciones tremendas de que hay que hacerlo ya, y se hace. Estaba ahí (en la sala de operaciones) y decía: ‘Diay, si me quedo aquí cuando me abran este corazón, aquí me quedé. ¡¿Qué voy a hacer?! Había que cambiar la pila.
“En ese momento estaba sola porque no permiten a nadie ni cerca y ahí, solita, sabiendo que me iban a esculcar el corazoncito me dio miedillo el ‘mientras tanto’, porque no sabía si iba a llegar el momento en que iba a estar sin pila (en el marcapasos); pero los médicos saben lo que están haciendo, si no no se arriesgarían. A la sala entraron tranquilos, muertos de la risa y cariñosos”, narró.
Para la cirugía, a Tía Florita solo le anestesiaron el pecho derecho, le hicieron una pequeña incisión y desde ahí le pusieron la nueva batería que, según dice ella, se parece a una moneda de 500 colones.
“Me pusieron un trapito en los ojos para que no viera todo el momento de lo que estaban haciendo y no me fuera a tirar de la cama (risas); pero no me di cuenta de nada. Me dejaron como nueva y estoy como para durar como un siglo más”, dijo como broma en referencia a lo bien que se siente.
Un burumbum
Después de la operación, Tía Florita protagonizó un alboroto entre los médicos que la atendieron y con quienes se cruzaba en el hospital mientras iba en silla de ruedas de regreso a casa: todo el mundo le empezó a pedir fotos.
“Todos los muchachos querían una foto conmigo para tener un recuerdo y yo así, recién salida de la sala de operaciones, pero ante tanto cariño uno no puede decir que no. Estaba un poco mareadilla todavía, pero es muy bonito que la gente lo quiera a uno, es que soy muy hablantina y a todas las personas les doy el tiempo y les converso”, comentó.
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Tía Florita se recupera muy bien en casa. Tiene que mantener una semana de reposo y evitar mover el brazo derecho. No está tomando ningún medicamento a raíz de la operación y el miércoles 3 de julio tiene la cita de control.
A la chef le enviamos, desde La Teja, un abrazo y el deseo de que cada día se sienta mejor.