1. Muchas consultas para esta columna tienen que ver cuando uno o ambos miembros de la relación actúan con indiferencia, evadiendo la comunicación y limitando las expresiones de afecto ante situaciones complejas, llevando así la comunicación a lo mínimo funcional, y permaneciendo en silencios complicados.
2. El tema de la indiferencia empieza a crear procesos en los que se imposibilita la comunicación y, por tanto, la comprensión del sentir de cada uno en la relación, y esto propicia que caminen con temas no resueltos, evadidos, negados o reprimidos que tarde o temprano los llevan a establecer patrones de explosividad.
3. La indiferencia es un enemigo de la comunicación constructiva y establece una forma de ser y estar en una relación que en nada contribuye a la resolución de desacuerdos, diferencias de criterio y molestias propias de la interacción cotidiana.
4. Es una realidad que al lado del amor puede haber tensión o momentos de difícil concertación que llevan a afectar la armonía y convivencia. Toda dificultad cuando es abre paso a la búsqueda de soluciones en un espacio a un diálogo cálido, cercano, maduro y productivo fortalece una relación.
5. Cuando se opta por la indiferencia, la apatía y el desdén, las cosas, se agravan. Hay quienes piensan que si no se habla no existe el problema y evita conflictos, pero hay un proceso silencioso que termina siendo muchas veces poco sano.
6. Toda relación está llamada a la iniciativa mutua, de buscar posibilidades de solución ante cualquier desacuerdo o tensión, porque la comunicación sana los hace madurar, crecer y establece la posibilidad de desarrollo.
7. Vivir en la indiferencia es enviar un mensaje que dice “no me importa” y, esto lejos de contribuir a la estabilidad afecta la vida afectiva sexual, la integración familiar, el establecimiento de proyectos y crea un caldo de cultivo en el que cualquier situación dispara conflictos.
El amor sano requiere apertura y una presencia consciente, cercana, cálida, impregnada en respeto, escucha, comprensión y capacidad de negociación para abrir espacios que generen una frecuencia emocional más productiva.