En la nueva película de Salma Hayek, “Duro de cuidar 2″, la actriz se muestra muy sensual con ropa ajustada que realza su cuerpo e incluso se permite bromear sobre sus pechos.
Esos mismos por los que, cuando era joven, rezaba para que no le crecieran por la pena que sentía.
Hoy el cuento es otro y se muestra orgullosa y segura, aunque reveló que no siempre la pasó bien grabando escenas hot.
Según Infobae, la actriz admitió que se sintió muy mal en las escenas de sexo que filmó en 1995 con Antonio Banderas para “La balada del pistolero”.
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En una entrevista en el podcast Armchair Expert dio a conocer que la escena de amor no estaba en el guion original, y solo se exigió cuando el estudio notó la química entre ellos. Aunque el set estaba cerrado y Banderas fue muy respetuoso, Hayek vivió toda la situación como una verdadera pesadilla, para ella fue una eternidad la que duró haciendo esa filmación.
“Yo nunca había hecho algo de ese tipo, así que cuando íbamos a empezar a grabar comencé a llorar. Me tomó ocho horas en lugar de una hora. Casi me despiden”, dijo.
El drama no terminó ahí para Hayek, ya que también la pasó mal cuando la película llegó a los cines. Cuando se proyectó la famosa escena la noche del entreno, la actriz se levantó de su butaca, salió de la sala y obligó a su familia a hacer lo mismo, pues estaba muy avergonzada de que la vieran desnuda y teniendo sexo, aunque estuviese claro que era de mentirillas.
Lejos de esos inicios, Salma logró alejarse del estereotipo sexy que le imponían para encarnar mujeres aguerridas y comprometidas. Y en su vida cotidiana Hayek no se queda atrás.
Es una de las actrices que con más vehemencia denunció el sexismo y el racismo tanto de su país como de Hollywood. Esto le trajo consecuencias, asegura que ya no la llaman tanto para participar en producciones.
En una entrevista en El Confidencial denunció que ha perdido papeles por no quedarse callada.
“Prefieren a actrices que no den su opinión, que no protesten y que se lo pongan fácil. Pero yo no sé tener la boca cerrada. Y cuando veo algo que no me gusta, sobre todo cuando se trata de la situación de la mujer, tengo que decirlo”.
Con su postura quizá no se gane el aplauso de los grandes estudios, pero sí el de una multitud silenciosa que ve en ella, no solo a una actriz triunfadora sino a una Mujer con mayúscula.