Luego de conversar un rato con Karla López comprobamos que en definitiva es una mujer diferente.

Esta vecina de Alajuela, madre de tres hijos y esposa, es sin duda un claro ejemplo de que la belleza va mucho más allá de lo que pueden percibir los ojos.

En el 2017, gracias al empuje y amor de su marido, Mike Ortega, esta vecina de Alajuela se metió al concurso Reina Intercontinental Costa Rica para participar en la categoría “Más allá de la belleza”, que premia y destaca a las mujeres cuyas cualidades son distintas a las que tradicionalmente vemos en eventos de ese tipo.

En esa ocasión, Karla ganó esa categoría y actualmente motiva a las mujeres, que son amantes de este tipo de concursos, a que formen parte, ya que están en período de inscripciones para la edición de este año, la cual es la décima.

El certamen es dirigido por José Vásconez, quien es sobreviviente de un linfoma de Burkitt y creador del proyecto Vásconez, que busca reunir trenzas de cabello y donar pelucas a pacientes con cáncer o alopecia.

Muy carga.

Karla tiene desde hace 17 años alopecia universal, una condición que bota todo el pelo.

La caída de su cabello se dio por un gran nivel de estrés que vivió hace varios años con una expareja.

“Estaba en medio de una situación de violencia familiar y eso me generaba mucho estrés, al punto que se me empezó a caer el cabello hasta quedar totalmente calva.

“Es algo fuerte porque el marketing siempre habla de que el cabello de una mujer es lo mejor que hay y en ese momento para mí fue un impacto, me veía fea, me sentía avergonzada, no dejaba que me tocaran la peluca y las personas que se dieron cuenta empezaron a decir que tenía cáncer o sida y tenía que pasar encerrada”, contó.

Diez años después se empezó a aceptar como ella es, luego de sufrir muchos insultos en redes sociales por parte de una persona que no tenía nada que hacer.

“Un amigo me dijo: ‘¿Por qué no te soltás? Los que te conocemos, te amamos tal cual eres, pero vos no te estás amando’, entonces tomé el valor de maquillarme, quitarme la peluca y montarme al bus para ir a hacer mandados al centro, al principio se me quedaban viendo muy extraño y ahí me di cuenta que yo tenía un valor más allá del cabello, que si estoy así es porque Dios así lo quiso y empecé a amarme”, comentó.

Su esposo es un hombre de a por derecho y gracias a él terminó de aceptarse como es y se metió a concursar.

“Él me impulsó y todo comenzó por una publicación del concurso que vi en Facebook. Las hermanas de él son muy delgaditas y bonitas, a ellas siempre les ha gustado esto de la belleza, les pasé el pantallazo en el grupo de WhatsApp que tenemos y mi esposo me dijo que por qué yo no lo intentaba, yo en ese momento no le hice caso”, contó.

A los días, el ángel que tiene a la par la sorprendió.

“Un dijo que me pusiera lo más bonito que tuviera porque íbamos a ir al cine solo él y yo. La sorpresa fue que no me llevó al cine sino al casting, me dijo que si era más allá de la belleza yo tenía la capacidad de hacerlo”, agregó.

A partir de eso, Karla empezó a buscar patrocinios y solo recibió malos tratos.

“Una de las personas más adineradas de Alajuela me dijo que una pelona no gana un concurso de belleza, eso me dolió y ya no quería hacerlo, pero mi esposo me convenció de que sí podía, luego vino mi mamá y me patrocinó y mi padrastro también, nos empezamos a mover, a hacer rifas, porque todo tenía un costo, fue muy difícil, pero se logró”, aseguró.

Después de eso, todo es historia, en la pasarela se lució como las grandes, destacó ante un jurado internacional por su carisma y en la final hasta se llevó el premio a la más fotogénica, el cual se lo otorgaban a una participante de cualquiera de las categorías.

Ahora está convencida de que el concurso le puede cambiar la vida a más de una.

“No importan los estereotipos que quieran poner, una es capaz de muchas cosas. El valor de la belleza va más allá, en el concurso realmente nos enseñan a amarnos, no solo se trabaja el físico sino también a enfrentar las inseguridades, los miedos y a cumplir sueños.

“Hay que empoderarnos, no haciendo sentir mal al hombre o rayando paredes, sino haciéndonos sentir bien a nosotras mismas”, añadió.